Una pequeña gran obra de amor
23 de abril de 2021
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El Instituto Nacional de Oncología y Radiología de La Habana tiene un nuevo espacio desde de este viernes 16 de abril. Los bríos de renovación con los que la ciudad saluda a su 8vo. Congreso del Partido Comunista de Cuba llegan también al céntrico hospital del Vedado.
No se trata de una sala para el tratamiento de los padecimientos físicos que aquejan a los pacientes que luchan diariamente contra el cáncer. No es un nuevo laboratorio, ni un salón de intervenciones. Es un espacio para el alma y el espíritu de esos mismos guerreros-pacientes, para los médicos que batallan con ellos y los familiares que los acompañan en la lucha.
El proyecto social comunitario Artecorte acaba de inaugurar un pequeño pero mágico salón de belleza. Un espacio donde servicios de cabello son más que eso. Son la oportunidad de que aquellos que los reciban renueven su energía a través de su propia imagen, la belleza, el cuidado y la atención que recibirán por parte de un grupo de jóvenes estilistas formados con mucha humanidad.
Hace 20 años Gilberto Valladares, reconocido peluquero de la barriada de Santo Ángel, abrió las puertas de su salón y dejó de pensar su negocio como un espacio de cuatro paredes para expandir su cultura del trabajo, amor al oficio, y espíritu renovador a todo el vecindario. Gran admirador de la obra restauradora y social de Eusebio Leal Spengler, “Papito”, como cariñosamente le llaman a este emprendedor, intentó reproducir a escala local esa esencia por amar las cosas que el Historiador irradiaba. Con los años y la ayuda de vecinos, trabajadores locales, la Oficina del Historiador y el propio Leal, se transformó ese rincón colorido de la geografía habanera en un ejemplo de emprendimiento sostenible, consciente y de marcada labor social que hoy guía a otras iniciativas de propósito similar.
Esa esencia renovadora y humanista que puede traer consigo una profesión tan sencilla como la peluquería y la barbería, Valladares la utilizó para convocar a la Directiva del Instituto de Oncología. A ellos convenció de cuánto podía aportar un pequeño salón como este en un hospital donde se lucha por la vida, y la belleza de la vida, cada segundo del día.
No tardó la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana en dar su apoyo a la causa, como en tantas otras iniciativas de acción y transformación social en el que ambas instituciones han trabajado juntas. Y así se fueron sumando emprendedores, cuentapropistas, otras academias de peluquería, contratistas colaboradores de la Oficina, empresas productoras y comercializadoras de insumos de belleza, para convertir en un esfuerzo coral y desinteresado el sueño de un hombre.
Seis meses después desde el primer pensamiento, el espacio ya está terminado y listo para comenzar a brindar servicios. Es un intencionado homenaje a la obra humana y social de Leal Spengler, y a su vocación formadora de hombres y mujeres con la capacidad de abrir puertas inmediatas para pensar en los otros, en el futuro, y en la nación.
“Uno no puede ayudar a todos, pero todos si pueden ayudar a uno”
Esta mañana de abril Lorena Lagarza, de 12 años, fue la primera en sentarse frente a los espejos del salón del Artecorte en el Oncológico. Sus encaracolados cabellos revueltos, que han crecido así desde que ganó la batalla contra un osteosarcoma, recibieron el dulce trato de los jóvenes estudiantes de estilismo que la atendieron hoy. Un corte de puntas, un tratamiento de definición de rizos, y la tímida Lorena volverá a sonreír. Quizás comience así un camino de aceptación y amor por su rebelde y nueva cabellera, esa que ha surgido para recordarle su victoria.
Como Lorena, otros pacientes de este importante centro de la capital se reconciliarán con su imagen. A través de sus consultas podrán acceder a los servicios de lavado, corte y peinado que brinda el proyecto, el préstamo de pelucas y el acceso a ofertas especiales para aquellos que cumplan sus 15 años durante el tratamiento.
Son los estudiantes de la Escuela de Peluquería y Barbería de Artecorte y de la Escuela Internacional de Belleza “Bella Caribe”, los encargados de trabajar en el salón, que funcionará de lunes a viernes, de 10:00 a.m. a 4:00 p.m. A ellos se irán sumando otros estilistas de salones de la ciudad en forma de voluntariado y trabajo social.
“Se entregarán entre seis y ocho turnos diarios, de los cuales se encargarán los dos especialistas que estarán al frente del salón. Junto a los estudiantes de prácticas estaré para supervisar que el servicio sea de excelencia”, comenta Yadira Méndez, profesora principal de peluquería. “Aplicaremos acá lo que nos han inculcado en la Academia, desde los servicios estéticos hasta la importancia de una labor social que siempre debe partir del respeto”.
Es también un voto de confianza en los jóvenes esta iniciativa: han sido ellos los encargados de materializar el sueño con sus propias manos y esfuerzos, y ahora, los responsables de servicios que cambiarán la vida de muchas personas.
“La sostenibilidad de este salón, más allá de la cuestión material, está sobre todo en ese espíritu de un grupo de personas por hacer algo en beneficio de otras. Buscamos educar en ese sentido del voluntariado, en el compromiso con el trabajo social y en la generación de un bien. No estamos trabajando a gran escala. Artecorte como proyecto comunitario no trabaja así. Buscamos ir directamente a un grupo en condiciones de vulnerabilidad y que tienen limitados accesos a salones de belleza por las condiciones físicas y la poca disponibilidad de tiempo –no solo me refiero a los pacientes, también a los acompañantes y al personal de salud que dedica gran parte de su tiempo en el día a día de su trabajo–”, dice en exclusiva para Habana Radio Adriana Ricardo, Directora de Artecorte.
Esta obra mantiene la filosofía de trabajo del veinteañero proyecto de que todos pueden aportar algo, ya sea un esfuerzo material, de tiempo o de conocimiento. “La obra constructiva en sí es ya el resultado de algo que Papito siempre ha dicho, y es que uno no puede ayudar a todos, pero todos sí pueden ayudar a uno”.
En conversación con esta joven socióloga, nos explica que no se trata de una iniciativa solo de interés estético. El estilismo tiene grandes beneficios en los estados de ánimo de las personas que reciben este tipo de servicios, y el cuidado que recibirán por parte de los especialistas que les atenderán se suma a ese sentido de entrega.
“La peluquería y la barbería es de donde partimos, pero es también la justificación para abordar toda una serie de valores humanos y demostrar cómo se puede hacer un mejor trabajo en beneficio de la sociedad. En ese sentido, Artecorte también trabaja en la puesta en marcha del salón Habana 302, destinado a emplear y brindar servicios a personas con discapacidades, respondiendo a la necesidad de vínculo laboral que tiene este grupo”, explica Adriana Ricardo.
Estuvieron presentes en el pequeño acto de inauguración Perla Rosales y Félix Julio Alfonso, respectivamente, Directora e Historiador Adjunto de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Representantes de las Direcciones de Cooperación, Relaciones Internacionales, Comunicación, Tiendas del Patrimonio, Restaura, Plan Maestro, trabajadores de todas las generaciones de la Oficina; y por supuesto obreros, ingenieros, inversionistas, cuentapropistas, esos magos que al final transforman los espacios y sueños en proyectos terminados y funcionales.
“Todo lo que hicimos acá partió del cariño y el amor hacia las personas que acudan a este hospital. Queremos que aquí se sientan más cómodos y con más seguridad en sí mismos luego de que salgan de este salón. Es una obra que se hizo con buena fe para los pacientes del hospital y sus familias”, dijo el obrero José Téllez Navarro, miembro de la brigada de cinco trabajadores que terminó el proyecto en tiempo récord.
El Doctor Luis Curbelo, Director Instituto Nacional de Oncología y Radiología, agradeció también con sentida admiración este regalo, en nombre de sus 1 200 trabajadores. “Empezamos a soñar y ese sueño se hizo realidad. Recuerdo que algunos de los que me acompañaron en las primeras reuniones no estaban totalmente claros de que una obra así pudiera realizarse. Fue con trabajo, insistencia y entrega de algunos de los médicos y trabajadores de la Oficina del Historiador que este proyecto ha llegado a feliz término para alegría de todo el Instituto”.
El colectivo que dirige Curbelo ha trabajado en el 100% de sus capacidades desde el inicio de la pandemia. Fue el único centro médico que sin estar dedicado a la lucha contra la Covid-19, mereció la bandera de proeza laboral que entrega la Central de Trabajadores de Cuba. A partir de la inauguración de este pequeño salón estético, se consolida como un espacio para la salud física, mental y espiritual, de sus guerreros-pacientes.
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