Ángelo Zanelli
14 de abril de 2021
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Hace algún tiempo apareció en el semanario Orbe, de la Agencia Prensa Latina, que al escultor italiano Ángelo Zanelli debían los uruguayos el monumento a su prócer nacional, Gervasio Artigas.
También entre los habaneros quedan pruebas del talento de este escultor. Artista al fin, Zanelli (1879–1942) conoce que sus obras han de ser uno de los puntos de atención de las miradas y cuida los detalles. La escultura monumentaria tiene ese “defecto”: ofrece espacio suficiente para la búsqueda del detalle. Mas Ángelo Zanelli se siente satisfecho: cuando parta de Cuba ahí quedarán sus bronces gigantescos, en el Capitolio Nacional, una construcción destinada a perdurar por los siglos de los siglos.
Construido en el corazón de la ciudad de La Habana, en terrenos donde antes, entre 1839 y 1912, se alzó la Estación de Ferrocarriles de Villanueva y con un presupuesto inicial de 10 millones de pesos, para la fecha de inauguración, el 20 de mayo de 1929, el Capitolio había duplicado esa cifra y se había convertido en una mole colosal de artístico diseño y mucha rimbombancia.
El Capitolio todo es motivo de admiración, pero las estatuas exteriores de su escalinata, así como la interior colocada en el espacioso Salón de los Pasos Perdidos, figuran entre sus grandes atracciones. Las tres son obra de Ángelo Zanelli, quien ejerció como profesor de la Academia de Bellas Artes de Roma, y de quien en la Ciudad Eterna se conoce, entre otros trabajos, el monumento al rey Víctor Manuel.
Las estatuas emplazadas en lo alto de la escalinata, a ambos lados de esta, constituyen un conjunto en que la figura masculina simboliza El trabajo o El progreso de la actividad humana; en tanto la femenina representa La virtud tutelar del pueblo. Con una altura de 6,50 metros cada una, peso de 15 toneladas y montadas sobre un pedestal de granito, confieren a la escalinata un toque especial de majestuosidad y fuerza.
Más imponente es la estatua interior —entre las más mayores del mundo en espacios techados— que simboliza a la República. Está situada en el eje central de la edificación, bajo la cúpula. Es de bronce y se eleva, sobre un pedestal de ónice, hasta una altura total de 14.60 metros, con un peso de 30 toneladas.
El Capitolio es uno de los símbolos de la ciudad y una de las edificaciones que mayor admiración despierta. Algo que en buena medida se debe a las estatuas que Ángelo Zanelli esculpió, destinadas a permanecer por muchas generaciones más.
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