Piratas del Siglo XXI
22 de marzo de 2021
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Debía dar vergüenza que en pleno Siglo XXI, una potencia como Estados Unidos, esté practicando la piratería y apropiándose del petróleo de Siria, usando para ello su poder militar.
Acaban de transcurrir 10 años desde que la nación árabe sufre de una guerra impuesta en la que los grupos terroristas apoyados por Washington, han provocado más de 250 000 muertos, decenas de miles de heridos, más de millón y medio de desplazados, y la destrucción de una buena parte del patrimonio nacional y mundial de esa milenaria nación.
La víspera, el ministro de petróleo sirio, Bassam Touma, informó que hoy día más del 90% de los pozos petroleros de ese país han sido ocupados por las fuerzas militares estadounidenses, que extraen la riqueza y la exportan en barcos para su venta en el exterior.
En declaraciones al medio a Syrian News Channel, el ministro estimó los daños directos e indirectos a la industria petrolera del país en más de 92 000 millones de dólares y destacó que el sector ha sido atacado deliberadamente por los enemigos porque es una fuente clave de ingresos para la economía de la nación. A modo de comparación, el PIB sirio en el 2010, el último año de paz antes del conflicto actual, se ubicó en los poco más de 60 000 millones de dólares.
Vale recordar que antes de la guerra, en 2011, Siria producía alrededor de 400 000 barriles de petróleo diarios y recibía unos 730 millones de dólares al mes por la venta del mismo, lo que le permitía satisfacer sus necesidades energéticas y cubrir más del 20% de los ingresos estatales.
Solo, a manera de ejemplo, los especialistas del tema sirio refieren que, entre los años 2014 y 2017, el grupo terrorista denominado Estado Islámico, ocupó gran parte de los campos de petróleo del país, saqueando los mismos, destruyendo su infraestructura y sacando ilegalmente para su venta en el exterior cientos de miles de toneladas del crudo.
Cuando las fuerzas armadas sirias, con la colaboración rusa e iraní, avanzaba en la derrota de los grupos terroristas y el control de gran parte del territorio usurpado, llegó el turno a Estados Unidos que, con el aval del entonces presidente Donald Trump, fortaleció su presencia, instalando bases militares en las zonas petroleras, en una evidente acción de piratería.
Una noticia que ampara tales afirmaciones puede leerse en un despacho del 5 de noviembre de 2019, cuando por orden de Trump, el Pentágono dislocó fuerzas militares en la frontera sirio-turca, rica en petróleo, al noreste de Siria, con el objetivo —admitido por el propio Trump— de «tomar y conservar el petróleo».
A la guerra contra Siria y el saqueo de sus recursos energéticos, se suman las acciones de Israel con ataques contra buques iraníes en el Mar Rojo. Según aparece en el The Wall Street Jorunal, desde 2019, las fuerzas de Tel Aviv han atacado a más de una docena de buques de la República Islámica de Irán, que llevaban petróleo hacia Siria.
Es este el contexto en que vive Siria, con su territorio víctima, no solo de criminales ataques de los grupos terroristas, sino también, con sus riquezas petroleras saqueadas por los Estados Unidos, quien aplica crueles sanciones junto a la Unión Europea, con la participación de Israel, como aliado y punta de lanza de lo que determine su amor desde el Pentágono.
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