¿Lula en 2022?
12 de marzo de 2021
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Luiz Inacio Lula da Silva acaba de ser absuelto por el máximo representante del Tribunal Supremo de Justicia de Brasil de todos los cargos de corrupción que le imputaron falsamente en la operación denominada Lava Jato (Lavar la Cara), montada por el Imperio para eliminar a figuras que le eran molestas –independientemente de su inocencia–, y que con Lula tenía el propósito de evitar que se presentara a la presidencia en el 2017, cargo que obtendría por tercera vez, al ser el favorito de la inmensa mayoría de los brasileños.
No sé si la decisión del letrado de alto nivel podría ser dada marca atrás, porque ya en una ocasión anterior el ex presidente brasileño había sido absuelto de los cargos, perro la decisión dio marcha atrás, cuando el fiscal Sergio Moro, su “verdugo”, encontrándose en unas “bien ganadas” vacaciones en España –acogido por gusanos venezolanos y cubanos-, llamó por teléfono para que la liberación no fuera posible.
En este contexto, las noticias falsas, las calumnias contra Lula y su familia y el complot en general de la reacción, con un abundante y bien montado show de los principales medios de comunicación, encabezados por el telenovelero O’Globo, hicieron todo lo posible para llevar al ultraderechista y pálido diputado Jair Bolsonaro a la presidencia, y con ello a una de las figuras más terribles que ha tenido que soportar el sufrido pueblo.
La historia reciente muestra como el aspirante a fascista (no tiene nivel cultural para serlo ideológicamente) comenzó a entregar las propiedades públicas a manos privadas, e impulsó la quema de la Amazonía para complacer a la oligarquía de la agroindustria y monopolios internacionales, conspirando contra las medidas orientadas a tratar de revertir el deterioro del medioambiente.
Todo ello envuelto en el odio a lo que calificó de razas inferiores, el “amor” a su ídolo Trump y la burla a las medidas para evitar la propagación de la pandemia del nuevo coronavirus, que ya ha causado allí la muerte a más de un cuarto de millón de personas, a un ritmo superior a las 2 000 cada día.
Para colmo, Jair se piensa postular otra vez, valiéndose de supremacistas, sectores militares afines y mucho dinero para invertir en la propaganda, aunque elementos de derecha que le eran afines, como Sergio Moro, el “fiscal maldito”, se desvincularon de él para convertirse posiblemente en aspirantes.
Contra todo esto tendría que luchar Lula que, lamentablemente, es la única figura progresista hasta ahora visible, que tendrá que vencer algunos graves peligros, incluso posibles atentados contra su persona.
Lula, presidente dos veces consecutivas, salió de su último mandato con un 87% de aprobación, algo no visto en la historia de América Latina.
Ello trató de ser borrado con la operación Lava Jato, que en realidad tuvo como objetivo principal desestabilizar a Brasil, realizar un golpe de Estado suave con alianza de un sector de la justicia brasileña y el Estado Profundo (Deep Statu) de EE.UU., conformado por el FBI, la CIA y el Departamento de Justicia, además de la intención de debilitar su avance como potencia emergente en los BRICS, como se comprobó con los sucesivos acontecimientos políticos.
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