Peligro latente
2 de marzo de 2021
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La catastrófica helada que ha azotado a ocho estados norteamericanos, cebándose en Texas, podría llamar a engaño acerca de si es o no verdad que el cambio climático incide principalmente en el derretimiento de los glaciares.
Pero lo que ha sido un sólo aspecto en el que más golpeado ha sido Estados Unidos, que ahora regresará a firmar el Acuerdo de París al respecto, abandonado por Trump, se mantiene latente en lo que respecta al descongelamiento de los glaciares y el consiguiente peligro de la subida de las aguas.
Así, se presenta más ostensible y hay que estar muy alerta acerca de la marcha de los glaciares de Groenlandia hacia el océano, es decir se sigue derritiendo la isla.
Ya se sabe que los glaciares, estables durante siglos, han comenzado a encogerse, al dispararse las temperaturas en el Ártico por el calentamiento global. O sea, las capas de hielo se han derretido más rápido de lo que los científicos habían pensado, con pésimas consecuencias para la civilización y el planeta.
Su completa desaparición acarrearía un alza de unos 20 pies, lo cual implicaría la inundación de Londres, entre otras ciudades costeras del mundo, junto con muchos de los “países bajos”, como Bangladesh.
Se está cumpliendo el vaticinio de Tabí Murray, profesor de glaciología de la Universidad de Gales, acerca de que es irreversible el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia, cuando otros aseguraban que se tardaría mil años en hacerlo.
Asimismo, la investigación del Woods Hola Oceanographic Institute, de Massachussets, EE.UU., ha mostrado que, incluso antes de que los glaciares comenzaran a derretirse, el agua del Atlántico Norte se estaba enfriando en lo que describe como “el cambio oceánico más importante y más dramático medido en la era de los instrumentos modernos”.
NADA EXAGERADO
Pudiera parecer una exageración decir que ello constituye una razón para alarmarse, pero no lo es, porque por cada 30 centímetros de aumento del nivel del mar, el agua penetra más de 300 metros tierra adentro.
Como muchas ciudades costeras están a nivel del mar y algunas por debajo, la subida de las aguas podría ser devastadora, si consideramos que los gobiernos de regiones pobres no se pueden dar el lujo de construir diques para frenar las mareas altas.
Lo peor es que la pobreza generalizada obliga a veces a hacer concesiones, agravada por la inescrupulosidad de quienes reciben dádivas a cambio de no frenar a los individuos ricos que alzan mansiones sobre las costas y a las multinacionales que siguen construyendo dominios en esos lugares.
Ya han desaparecido algunas pequeñas islas del Pacífico Sur y del Océano Índico, estas próximas a la India, así como otras zonas asociadas al tsunami del 2004 y al más reciente de Fukushima, Japón.
El egoísmo de los poderosos está haciendo inevitable este Armagedón marino, un verdadero Apocalipsis, por lo que resultan risibles los resultados de conferencias tras conferencia sobre el clima.
En este portal citamos el ejemplo de lo que le espera inminentemente a Tuvalu, denunciado con pelos y señales, en tanto en otro pequeño archipiélago del Pacífico, Vanuatu, célebre por su clima soleado y su próspera industria financiera, puede transformarse en la primera víctima del cada vez más rápido aumento del nivel de los mares provocado por el calentamiento global.
“Ellos queman combustible y nosotros morimos”, expresaron las autoridades del Servicio Meteorológico de Vanuatu, para reflejar la dramática situación causada por las industrias de las naciones más ricas.
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