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Ejemplo belarús

19 de febrero de 2021

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De Belarús llegan las buenas noticias de la contención de la pandemia del nuevo coronavirus, los avances económicos frente a todas las dificultades y el fuerte respaldo popular que aún goza el presidente Alexandr Lukashenko.

El mandatario ha sobrevivido a varios intentos contrarrevolucionarios de las “revoluciones de color”, aupadas por Occidente, con el manejo de espurios líderes locales y regímenes donde sí se logró el aupamiento de lo más retrógrado de la sociedad.

Lukashenko sigue siendo la mejor opción para una nación donde hay un gobierno que sí se preocupa por el bienestar de la población, hace que la educación llegue a todos y la salud está garantizada, y más en estos tiempos de enfrentamiento a la epidemia de la COVID-19.

La lección del 2010 no fue nuevamente tomada en cuenta en el 2020, con intentonas de subversión que tornaron en sendos fracasos.

Las condiciones objetivas para la revolución “naranja” estaban ausentes en Belarús. El hecho no es solo que Lukashenko goce del apoyo popular del más del 80%.

El asunto es otro, y es que como gobernante legítimo de su país, que asume todas las responsabilidades por sus destinos, no ha pactado acuerdo secreto alguno con ninguna oposición, ni políticos occidentales para una “capitulación honorable”.

Él ha estado dispuesto a defender con firmeza la soberanía del país y cualquier intento de la toma del poder por la fuerza.

Para Estados Unidos y sus aliados europeos fue un balde de agua fría sobre sus cabezas, cuando se derrotó a la contrarrevolución y sus denuncias de fraude masivo y presiones electorales.

Precisamente, en la más reciente intentona, todos los invitados por Minsk rechazaron asistir al evento electoral, para no tener que dar fe de éste, y no fuera a pasar que, como en el 2010, los 320 observadores del Buró de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos de la Comisión Europea certificaron que no hubo violación alguna.

Valga esto para cerrar el tema de la “legitimidad” de las presidenciales de Belarús, aunque para sus propósitos políticos, Occidente está dispuesto a reconocer como legítimas cualquier tipo de elecciones con tal de que salgan sus candidatos.

Lo cierto es que han fracasado los intentos del Imperio de aplastar y someter a su voluntad a otro Estado, con ayuda de la quintacolumna local. Allí no prosperó el escenario “naranja”, porque son otras las condiciones sociales y otro su jefe de Estado.

Lukashenko ha subrayado que no permitirá que se desgarre al país, porque conoce cuál será su costo, ya que, al igual que su generación, recuerda exactamente la catástrofe de 1991 con la desaparición del campo socialista, y sabe exactamente lo que ha costado.

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