De crímenes de guerra
21 de enero de 2021
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No sé si le pasará a usted, pero cuando oigo hablar de crímenes de guerra pienso en Estados Unidos, como sus soldados actúan inmisericordemente contra otras naciones generalmente pequeñas, y aquellos elementos castrenses estadounidenses que no encuentran “sosiego” en quitar vidas ajenas, regresan traumatizados o apelan hasta el suicidio.
De ahí que Julian Assange y su WikiLeaks hayan sido estigmatizados por revelar los crímenes de guerra del imperialismo norteamericano en Iraq y Afganistán, sin contar los que encabezó con sus aliados en Yugoslavia y Libia, para citar dos ejemplos sonados.
En cuanto a los crímenes de guerra después de la Segunda Guerra Mundial se legisló intensamente por evitarlos. Así, ingleses, franceses y soviéticos intentaron formular leyes para condenar a los turcos por lo que llaman holocausto de armenios.
En Nuremberg se juzgó a una parte de los culpables de genocidio de la época fascista, principalmente a los causantes de la muerte de seis millones de judíos, y luego se exaltaron diversos valores para llegar a dar la versión occidental de los derechos humanos.
Pero entre una cosa y la otra, Occidente no se dio por enterado de las dos bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra Japón, ni de la guerra que hizo junto a otros 14 aliados para destruir a Corea, ni de los cuatro millones de vietnamitas y otros muchos laosianos y camboyanos a quienes dio muerte durante su agresión a Indochina.
La historia de hace más de seis décadas muestra que EE.UU. ha tratado de utilizar todos los medios para hacer abortar a la Revolución Cubana.
Pero llegó el 11 de septiembre del 2001 y el atentado terrorista que segó más de 3 000 vidas inocentes en las destruidas Torres Gemelas neoyorquinas, y con ello Estados Unidos se atribuyó carta blanca para elegir a quienes atacaba o no, dando ribete de enemigo al que no estuviera a su lado.
Así, manejo a una prensa, incluso la que se dice objetiva, para llevar a cabo agresiones de gran magnitud, presentándolas como legales y ofreciendo versiones edulcoradas de la destrucción del enemigo, como aquella de lanzar bombas inteligentes en la agresión a Iraq, donde en los primeros minutos destruyó un bunker que albergaba a 300 madres con sus hijos,
Pero ni una línea de esto, mientras realizaba operaciones gigantescas, una tras otra, con sus secuelas de bombardeos masivos, hasta dar concluida su “cruzada terrorista”.
Es decir, sin vía legal, porque hasta en Nuremberg los asesinos nazis recibieron un trato humano y se les permitió defenderse, a pesar de ser responsables de la muerte de por lo menos 50 millones de personas.
Pero nadie debe sorprenderse de que los imperialistas norteamericanos apliquen una política inhumana, sea quien sea el gobernante de turno.
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