La hora final de Trump
19 de enero de 2021
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Hace treinta años que a un mercenario de la pluma le dieron órdenes de redactar un librito sobre “la hora final” de la Revolución Cubana, embriagados como estaban sus amos con la idea fallida y ridícula de que ese momento estaba a punto de llegar.
Fueron víctimas, una vez más, de sus propias mentiras e ilusiones, despreciaron el patriotismo, la firmeza y la historia del pueblo de Cuba y no consiguieron otra cosa que el fracaso más absoluto y definitivo.
Tres décadas después de aquel folletín y su entorno, resulta que presenciamos “la hora final” del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que condujo a esa magistratura
por los caminos más ineptos y perversos y pasó a ser –según los resultados de las recientes elecciones– el peor presidente en los más de 200 años de existencia del país imperial, a cuya cabeza han existido ya medio centenar de mandatarios de distintas tonalidades pero siempre dentro del sistema y la proyección imperiales, que son la razón de ser de esa nación con presunciones de excepcionalidad y una filosofía muy peculiar respecto al resto del mundo.
El hecho cierto es que el advenedizo Trump –a cuya hora final asistimos– fue capaz de causar daños mayúsculos e imprevisibles tanto al tejido social como al poderoso engranaje económico del imperio, a las relaciones y compromisos internacionales de todo tipo, incluso con sus socios y aliados y, para colmo, se comportó de manera verdaderamente criminal y genocida con sus propios compatriotas en medio de la terrible pandemia de la COVID-19, a la cual utilizó como medio de engaño y burla.
A estas alturas, cuatrocientos mil cadáveres carga sobre sus hombros el defenestrado, estableciendo un trágico récord que será difícil de superar por cualquiera de sus sucesores.
En los momentos finales de su reinado, el desesperado y soberbio emplea el tiempo en multiplicar sanciones y arbitrariedades, mientras indulta a algunos amigos y trata de crear las condiciones que impidan ser sancionado en juicio político o encausado por alguna Corte ante la cual sea reclamado por aventuras o fechorías que cometió.
En este caso concreto, todo parece indicar que “la hora final” sí ha llegado.
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