Soy un artista de casualidades
4 de diciembre de 2020
| |Fotos: Odalys Viera
Como el patriarca del arte visual cubano, por todo lo que ha hecho con su obra. Así fue calificado Alfredo Sosabravo por la anfitriona del espacio “Palabras”, la periodista Magda Resik Aguirre. Este encuentro que se celebra en la Sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) los primeros y terceros jueves de cada mes, pretende acercarnos a grandes intelectuales de nuestro país y a su impronta en la cultura cubana.
El diálogo establecido este 3 de diciembre fue bien singular y sobre todo ameno y atractivo, pues conocimos anécdotas de quien ha recibido, al decir de Resik, múltiples elogios y premios por haber paseado con gran maestría los lenguajes visuales más diversos – desde el grabado hasta la litografía –, además de fundar un estilo particular en el arte escultórico de la Isla y trabajar el vidrio como pocos.
El punto de partida de la entrevista fue la comunión presente en la obra del maestro Sosabravo entre hombre y naturaleza. Para ahondar en este tema, tuvo que recurrir a anécdotas de su infancia, en la cual estuvo rodeado de plantas, árboles y todo lo que representa lo natural. Sin embargo, para él – y así lo confesó – el arte no siempre fue su vocación. Quería primero estudiar música, también escribió cuentos.
Pero la revelación de que las artes visuales eran “lo suyo” ocurrió en la década del 50 del pasado siglo, y fue a través del acercamiento que tuvo a una exposición protagonizada por otro grande de Cuba: Wifredo Lam. Esto marcó la definición por la vocación artística. “A partir de ahí fui a una tienda y compré pinceles, óleos. Empecé como autodidacta”, confesó.
Momentos importantes de sus inicios fueron recordados: su paso por San Alejandro, donde tuvo grandes profesores como Florencio Gelabert, por citar solo un nombre; sus primeras exposiciones a finales de los 50; su muestra en el primer mes del triunfo de la Revolución Cubana en el Cine La Rampa – la que fue publicada en todos los diarios de la época como especie de lanzamiento de jóvenes artistas.
Sentencias expresadas por Magda Resik definen muy bien la estética de Sosabravo: amigo de los colores vibrantes, de las composiciones geométricas; su constante afán de perfeccionamiento y un riguroso trabajo; impulsor de la cerámica de la Revolución Cubana, fundando incluso una escuela en esta línea de trabajo; versatilidad en temáticas y técnicas, y tantas otras.
“No me gusta el arte efímero. Si puedo, que el arte dure más que yo”, expresó en uno de los momentos del encuentro, en el que evocó el año 1967 cuando conoció a Alejandro Alonso, fundador del Museo de la Cerámica, quien lo ayudó mucho en su carrera.
Ya desde bien temprano, sus creaciones empezaron a viajar por el mundo. Ha sido también un fiel representante del grabado de la Revolución, ha trabajado en la piedra litográfica. Sin embargo, descubrió a todos los presentes que la madera ha sido el material, la técnica que más trabajo le ha costado. De igual forma, nos declaró que una manera más fácil de hacer grabados es la serigrafía. Todo esto demuestra solo algo que es inherente a un verdadero creador: la versatilidad. “Soy un artista de casualidades que aprovecho. He entrado a las técnicas por casualidad”, afirmó.
Es por eso que más recientemente ha explorado otros caminos creativos como el trabajo con cristal de murano o con el bronce desde el 2000. Incansable e inquieto, ni este tiempo de aislamiento ha hecho que Sosabravo cese en su empeño de seguir laborando: ya prepara una próxima exposición con cuadros en formatos grandes y con piezas en bronce.
Para Magda Resik, este Premio Nacional de Artes Plásticas siempre ha sido un hombre de gran valentía, impulsor de un nuevo camino en la creación, pero también se ha caracterizado en su vida por ser un ser humano alegre, “como un niño deslumbrado por lo que le rodea”, a pesar de sus 90 años. “Echo a un lado los problemas; hay que enfrentar todo con optimismo. La amargura no te ayuda en nada”, fue su reflexión sobre el tema.
“¿Qué es Cuba para Sosabravo?”, fue la pregunta final de Resik. “Cuba es lo más importante del mundo para mí. Dondequiera que he estado me siento cubano. Soy muy patriota. Siempre pienso en Martí, Maceo, en las luchas mambisas, en toda nuestra historia. Este gobierno lo que más defiende ahora es el patriotismo, y por eso todos nos sentimos orgullosos de ser cubanos”, fue la respuesta.
Rodeado de amigos, colegas y miembros de la UNEAC, para Alfredo Sosabravo este diálogo fue también como una prolongación del festejo por su cumpleaños 90. Como colofón, Luis Morlote Rivas, Presidente de la institución que aúna a la vanguardia artística de la Isla, le entregó un reconocimiento: un cuadro con instantáneas que recuerdan el momento en que la Asociación Hermanos Saíz le confirió la distinción Maestro de Juventudes, junto a un ramo de flores.
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