El pinchazo del virus
26 de septiembre de 2020
|En confinamiento, uno de sus entretenimientos era retrasar al tiempo. El anciano olisqueó en el pasado. Por aquel olor escuchó la discusión de la sumisa madre con el autoritario padre. Antes de los doce años el viejo le ofreció la primera chupada del tabaco. Le revolvió el estómago, le puso la cabeza al revés, pero aceptó la prueba gustoso. Significaba que se hacía hombre aunque todavía el vello no adornaba determinado lugar. Por este olor enfrentó a la familia, la familia constituida por él. Hasta escuchó a la nieta preguntar a la abuela si resistía los besos apestosos del abuelo. Porque había diferencias hasta en la forma de nombrarlo. Él le decía aroma. Ellos, peste. ¡Llamarle peste a este aroma! Este aroma penetrado en su piel desde la adolescencia. Decían esos injuriosos que esa planta convirtió sus pulmones en atomizador de impurezas. Impurezas repartidas entre sus descendientes.
No negaba que hacía unos dos años, el corazón le dio un buen susto. Respetuoso escuchó a los médicos. Obedeció el plan de rehabilitación. Solo una asignatura le quedó pendiente y ni siquiera con el interés de aprobarla con mala nota. Jamás abandonaría el tabaco. No bebía y apenas probaba el café. Comía bajo de sal. Y hacía largas caminatas. Y se dispuso a desoír las súplicas de la mujer y las hijas, las críticas de los yernos y hasta las burlas de los nietos. Sabía que a escondidas, lo llamaban el fumigador.
Por suerte, siempre trabajó en espacios abiertos y nunca se vio condenado a fumar en un lugar cerrado en que condenaban a los fumadores a ejercer el vicio. Y en el barrio, se alió a un grupo también perseguido por la familia. Y entre nubes de humo, en un patio solitario, jugaban al dominó, a las cartas y escapaban de la propaganda. Porque la propaganda los perseguía. En la prensa, la radio, la televisión, repetían y repetían los daños del tabaquismo. Constituían un sector acorralado por las advertencias del peligro. Imágenes de pulmones invadidos por el humo. El mal provocado por cada ingrediente químico, explicado por profesionales. Hasta en las telenovelas lo criticaban. Con el paso del tiempo, aceptaron que la fuma no era distinción de hombría y provocaba toses y ciertos ahogos, Pero ya en esos años, consideraban que era tarde para escapar del vicio.
Un mal día, apareció un nuevo virus en el mundo. En un gráfico imitaban su actuación. Aquel bicho malo tenía un pinchito y se enganchaba de los pulmones. Imaginó sus pulmones abarrotados de humo y ese bicho los prefería así. Respiró con todas las fuerzas y por primera vez apreció la disminución del aire que guardaban los pulmones. Sintió miedo. Para asombro de la familia, resistía el confinamiento sin prender un tabaco. El pinchito del virus lo había derrotado.
Galería de Imágenes
Comentarios