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José Martí y su artículo titulado “A la Raíz”

28 de septiembre de 2020

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José Martí, 1960 Eduardo Abela José Martí, 1960 Óleo sobre madera 41 x 34 cm

José Martí, 1960, Eduardo Abela, Óleo sobre madera, 41 x 34 cm

 

Desde que creara el periódico Patria en marzo de 1892 y durante varios años José Martí utilizó esta publicación para exponer conceptos de gran significación y también detallar valoraciones sobre la situación existente en Cuba.

Incluso hizo referencia a figuras relevantes de la guerra por la independencia de Cuba, como era Antonio Maceo y Grajales.

Patentizó, además, otras cuestiones asociadas con la trascendencia que le atribuía al hecho que nuevamente se combatiese con el objetivo supremo de alcanzar la liberación de su tierra natal del yugo colonial español.

Precisamente acerca de ello comentó en su trabajo titulado “Nuestras ideas”, reflejado en la edición inicial  de este periódico el 14 de marzo de 1892.

En dicho material expuso: “Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, nace este periódico”.

Y otro de sus trabajos más significativos reflejados en Patria fue el titulado “A la Raíz”, que salió publicado en la edición correspondiente al 26 de agosto de 1893.

En la parte inicial de este trabajo señaló que los pueblos, como los hombres, no se curan del mal que les roe el hueso con menjurjes de última hora, ni con parches que les muden el color de la piel.

Precisó que a la sangre hay que ir, para que se cure la llaga y también resaltó: “No hay que estar al remedio de un instante, que pasa con él, y deja viva y más sedienta la enfermedad. O se mete la mano en lo verdadero, y se le quema al hueso el mal, o es la cura impotente, que apenas remienda el dolor de un día, y luego deja suelta la desesperación.”

Martí planteó que no ha de irse mirando como vengan a las consecuencias del problema y fiar la vida, como un eunuco, al vaivén del azar y añadió que hombre es el que le sale al frente al problema, y no deja que otros le ganen el suelo en que ha de vivir y la libertad de que ha de aprovechar.

Fue categórico al definir la actitud y labor de los seres humanos en general al patentizar: “Hombre es quien estudia las raíces de las cosas. Lo otro es rebaño, que se pasa la vida pastando ricamente y balándoles a las novias, y a la hora del viento sale perdido por la polvareda, con el sombrero de alas pulidas al cogote y los puños galanes de los tobillos, y mueren revueltos en la tempestad.”

Martí igualmente enfatizó que se busca el origen del mal y se va derecho a él, con la fuerza del hombre capaz de morir por el hombre.

Para él los egoístas no saben de esa luz, ni reconocen en los demás el fuego que falta en ellos, ni en la virtud ajena sienten más que ira, porque descubre su timidez y avergüenza su comodidad.

Y aseguró seguidamente: “Los egoístas, frente a su vaso de vino y panal, se burlan, como de gente loca o de poco más ó menos, como de atrevidos que les vienen a revolver el vaso, de los que, en aquel instante tal vez, se juran a la redención de su alma ruin, al pie de un héroe que muere, a pocos pasos del panal y el vino, de las heridas que recibió por defender la patria.”

Como se puede apreciar Martí estableció una marcada diferencia entre aquellos que desde una posición cómoda y sin principios pretendían enjuiciar y criticar a los que en forma consciente estaban dispuestos a entregarlo todo, hasta sus propias vidas, en el empeño de lograr que Cuba fuese libre e independiente.

En disímiles ocasiones desde las páginas de Patria y también, con antelación, en varias de sus intervenciones ante los emigrados cubanos residentes en distintas ciudades norteamericanas, Martí se refirió a este tema y en todo momento reiteró el compromiso que tenía con lo que constituyó uno de sus grandes sueños: la reanudación de la lucha por la independencia de Cuba.

En el propio trabajo titulado “A la Raíz” Martí resaltó cómo cada cubano que moría en ese empeño se convertía en un símbolo al precisar: “Cada cubano que cae, cae sobre nuestro corazón. La tierra propia es lo que nos hace falta. Con ella ¿qué hambre y qué sed? Con el gusto de hacerla buena y mejor, ¿qué pena que no se atenúe y cure? Porque no la tenemos, padecemos. Lo que nos espanta es que no la tenemos. Si la tuviésemos, ¿nos espantaríamos así? ¿Quién, en la tierra propia, despertará con esta tristeza, con este miedo, con la zozobra de limosnero con que despertamos aquí?”

Y concluyó el trabajo con este principio que mantiene una gran significación y vigencia: “A la raíz va el hombre verdadero. Radical no es más que eso: el que va a las raíces. No se llame radical quien no vea las cosas en su fondo. Ni hombre, quien no ayude a la seguridad y dicha de los demás hombres.”

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