La guerra, peor que la pandemia
21 de agosto de 2020
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Noticias que llegan desde la República Democrática de Congo (RDC) hablan de la rápida difusión de la pandemia del nuevo coronavirus, cuya cifra de muertes supera en pocas semanas a la del ébola.
Todo se agrava por la lentitud en el recibimiento de la ayuda médica indispensable, pero principalmente por las dificultades emanadas de la guerra que sigue asolando extensas zonas fronterizas.
Más factible es que se llegue a controlar la COVID-19 que solucionar esta guerra, realmente una agresión, de elementos mercenarios controlados por gobiernos de países aledaños que desean saquear las riquezas naturales de una nación que las posee en demasía, pero que no puede o no la dejan utilizar para aliviar hasta hacer y desaparecer los problemas que aquejan al sufrid pueblo.
Desde 1996 la RDC no conoce la paz. Países vecinos (Ruanda, Uganda y Burundi), y multinacionales occidentales invadieron y saquearon sus minerales. Esos regímenes cuentan con el apoyo de Estados Unidos, en tanto algunas naciones europeas han apoyado a grupos armados para apoderarse de grandes extensiones de tierra.
El genocidio que sufrió Ruanda en 1994, en el que los Hutus asesinaron a 800 000 Tutsis (el 75% de la etnia fue eliminada), llevó a que miles de refugiados de llegaran a la RDC (antiguamente conocida como Zaire), tratando de empezar una nueva vida.
A partir de ahí, se produce uno de los peores genocidios del siglo XX, que supera en seis veces al sufrido en Ruanda, porque tanto elementos armados Hutus como Tutsis desangran al Congo en una guerra de inmersas proporciones, sobre la cual los medios hegemónicos occidentales no dicen ni una sola palabra.
No es la primera vez, ni será la última, que mencionemos en este portalla posible amenaza de la balcanización de la RDC. Es un tema del que no se habla, pero Ruanda, Uganda, y Burundi buscan un pedazo.
Ruanda quiere la estratégica ciudad de Goma y, si puede, anexarse en su totalidad toda la provincia de Kivu del Norte, donde afirma estar defendiendo a los Tutsis de la región y así evitar otro genocidio. Pero en realidad buscan ocupar gran parte del Congo oriental donde existen unas enormes cantidades de recursos naturales, especialmente el coltan.
Uganda quiere para sí la provincia de Atari, también ubicada en el Congo oriental y con gran cantidad de reservas de diamantes. Por su parte, Burundi (aunque en menor medida), estaría interesado en parte de la provincia de Kivu del Sur, muy especialmente en la ciudad de Uvera.
Así todo el Congo oriental se disolvería entre sus países vecinos. Por otra parte, en el sur del Congo esta la rica provincia de Katanga (con una de las minas de cobres más grandes del mundo y donde también está el cobalto); ahí fue cuando el Congo consiguió su independencia en 1960.
Los belgas apoyaron un movimiento secesionista en la región, un hecho que el recién elegido primer ministro Patricio Lumumba logró evitar, pero posteriormente fue asesinado. Hoy retoma visibilidad el movimiento que busca una Katanga “independiente”, donde a las multinacionales occidentales les sería muy fácil saquear las riquezas de esta importante zona del corazón del África, un continente víctima de un absurdo reparto colonial.
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