Testigos de un tiempo memorable
10 de agosto de 2020
|Equipo de Habana Radio
Fotos Néstor Martí
La Armería 9 de abril abrió sus puertas este 5 de agosto a un grupo de jóvenes de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana para conocer un poco más sobre los sucesos ocurridos allí ese día de 1958, narrados en la voz del escritor Julio Travieso Serrano y la combatiente Sonia Moro, ambos vinculados con la huelga convocada por el Movimiento 26-7 y el asalto al almacén devenido museo.
Cerca de 11 compañías de brigadas de la clandestinidad funcionaban en la capital de Cuba, conocidas antes por el nombre de células; “en La Habana Vieja había una dirigida por un barbero”, explica el autor de libros como Cuando la noche muera y El Enviado.
En aquel momento, el también licenciado en Derecho por la Universidad de La Habana tenía cerca de 18 años de edad y lo nombran capitán, el más joven con tres grupos a su mando. En la actualidad es el único vivo “al precio de llevar un bastón”, añade.
“Como se conoce en la historia de Cuba, la idea fue realizar una huelga organizada por trabajadores y obreros para tomar diferentes sitios y hacerle frente a la policía. Después se pensó en la toma de la Armería que conservaba armas de corta acción y de caza, como apoyo a los sucesos del 9 de abril”, narró.
Travieso Serrano, en su testimonio, recordó a otro combatiente, Gerardo Abreu Fontán, uno de los grandes jefes de la clandestinidad en La Habana, “de carácter calmado y amante de la poesía”, afirma. Capturado en febrero de 1958 en la calle Infanta, por la policía de aquel momento, es torturado y luego asesinado: “cuento esa historia porque digo siempre que el destino es impredecible”.
Como Fontán, muchos fueron los jóvenes comprometidos con la lucha clandestina que pusieron en riesgo sus vidas en acciones como el asalto a la entonces tienda de armas de caza, donde fallecieron Carlos Astiazaraín, Marcelo Muñoz, Roberto Casals y Reynaldo Aulet.
“Soy un hombre supersticioso, le debo la vida a la suerte”, aclara Travieso Serrano recordando la dura persecución que sufrían los jóvenes entonces, estuviesen vinculados a las acciones revolucionarias o no.
Por su parte, la Doctora en Historia Sonia Moro, combatiente de la clandestinidad y participante en la huelga del 9 de abril, rememoró cómo se prepararon para el acontecimiento en la espera de la orden de acción y la tensión que se vivió ese día.
También narró sobre las actividades de las muchachas en aquella época. “Nosotras no teníamos grados, no estábamos emplantilladas, éramos todas retaguardia. Es decir, buscábamos casas de seguridad, acompañábamos a los compañeros (…)”. En ese sentido, confesó que lo más difícil para ellas, al realizar estas acciones, era la comprensión de la familia y la pareja.
El encuentro permitió que la compañera contara algunos de sus recuerdos de los días previos y del mismo de la huelga: “Nosotros sentimos mucho orgullo cuando llegó el documento que llamaba a la acción, el cual estaba firmado por Fidel Castro y Faustino Pérez –jefe del Movimiento 26 de Julio en el llano– y en uno de sus puntos incluía al Frente Estudiantil Nacional”.
Entre las anécdotas y las remembranzas, la autora de Nostalgia de una habanera del Cerro, relató las inexperiencias, vicisitudes y malos momentos vividos debido a los jóvenes que eran. Recordó, además, cuando se enteró de la fecha de los sucesos, pues se encontraba en uno de los carros aparcados en la Calzada Jesús del Monte cuando Marcelo Pla dio las indicaciones.
Sonia Moro no pasó por alto ofrecer algunos consejos a los presentes, al decir que la defensa de la historia oral es un deber de todos, así como la necesidad de humanizar a los héroes, polemizar con intelecto y perseverar en cada meta.
Los jóvenes de hoy también recuerdan a Leal
El inmueble de valor patrimonial que acoge la Armería, y que fue reabierto el pasado 24 de julio luego de una exhaustiva y atractiva remodelación, acogió también un pequeño intercambio entre los jóvenes asistentes y sus interlocutores, en el que fue imposible eludir la figura del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Las intervenciones al final del encuentro, propiciaron que algunos de los participantes, aprovechando la presencia de parte importante de los jóvenes más comprometidos con el trabajo de la Oficina, compartieran sus mensajes con respecto a la impronta del Doctor Eusebio Leal Spengler en ellos mismos y la institución que dirigió por más de 50 años.
Maidolys Iglesias Pérez, Socióloga y Especialista Principal del Grupo Investigación Desarrollo e Innovación (I+D+I), de la Dirección de Plan Maestro de la OHCH, compartió un poema de su autoría inspirado en el Historiador:
“Siempre será Leal: la Oficina del Historiador
Cuánto me duele escuchar,
a gente que sin pensar,
dicen que todo acabó,
que La Habana Vieja hasta aquí llegó,
cuánta equivocación,
no saben ellos que Leal se multiplicó,
que su obra la haremos crecer con mayor fervor.
¿No recuerdan ellos que era un gran previsor?
Que a los jóvenes suyos muy bien preparó,
que con su fuerza y pasión un ejército dejó,
para salvar a La Habana
con las armas que nos legó;
esas armas solo suyas: sencillez, perseverancia y acción.
Ahora con mayor fuerza
su equipo trabajará,
para mantener la proeza
que jamás se marchitará,
porque brillará su obra
y su eterno amor,
porque mientras estemos nosotros,
siempre será Leal, la Oficina del Historiador.”
Por su parte, Daniel Castellanos, especialista de Movilidad Urbana de la misma Dirección, recordó, entre anécdotas de trabajo y estudios en la Oficina del Historiador, el especial momento de graduación en que, el que había sido maestro de “Introducción a la profesión”, le acompaña en el cierre de su experiencia como estudiante universitario:
“Arribó aquel día mágico en que me entregaste el título universitario, y bromista como siempre, estrechándome la mano, me dijiste: ‘Daniel, estudiante, el camino se inicia hoy’, y eso lo pensé; pero pensaba que ibas a estar más tiempo. He intentado soñar y fundar, tal como nos invocaste aquel día en el Aula Magna, he intentado ser consecuente y hasta me han llamado ‘loco’, síntoma de que al menos en tu línea me he encontrado”.
Una experiencia similar, como estudiante suya en el Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, compartió Daniela Díaz Domínguez, cuando dijo: “Muchas veces lo vi, desde la distancia, inalcanzable, utópico, como casi siempre vemos a esas grandes personalidades que por su maravilloso hacer se vuelven famosas. Cómo imaginar que un día él sería mi Maestro en el Colegio San Gerónimo, y menos aún, que tendría la dicha de formar parte del equipo de trabajo que creó y en el que tanta fe tenía.”
“Vienen a mí los recuerdos de tantas veces en que se tomó un tiempo simplemente para conversar con nosotros, sus trabajadores, sus jóvenes, para saber cómo nos sentíamos, para intercambiar ideas, para llamarnos la atención de manera muy sutil pero certera”, rememoró con entrañable cariño esta joven especialista de Planificación y Gestión del Patrimonio del Grupo J+D+I.
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