¿Quién dijo que todo está perdido…?
31 de julio de 2020
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Una bella y muy actual canción del argentino Fito Páez, en la voz de Omara Portuondo, nos advierte que «no todo está perdido», un aliento vital en estos meses de pandemia, cuando debemos perseverar y mostrar con nuestra solidaridad, el verdadero sentido de nuestras vidas.
Y recurro a esa pieza musical cuando leo un despacho noticioso fechado en la India, con un relato digno de nuestros tiempos.
Se trata de Kadar Shaikh, un empresario, agente inmobiliario de 59 años de edad, que pasó internado 20 días en una clínica privada en la ciudad de Surat, estado de Guyarat, y al ser dado de alta quedó horrorizado por la factura médica que le entregaron.
«El costo del tratamiento en un hospital privado es enorme. ¿Cómo podrían los pobres pagar ese tratamiento?», dijo Shaikh. «Así que decidí hacer algo y contribuir en la lucha contra el virus mortal», agregó, según un reporte de AFP citado por RT.
Su decisión se concretó con la conversión de sus amplias oficinas, en un centro de atención hospitalaria con 80 camas, incluso con una terapia intensiva de 10 camas y ventiladores artificiales, para atender totalmente gratis, a las personas más pobres contagiadas con la Covid-19.
Explicó el citado empresario que luego de la autorización por parte del gobierno local, se estableció que es esa instancia quien proporciona y paga al personal sanitario, así como los equipos y medicamentos, mientras él compró las camas y la ropa de cama y asume el costo de la factura de electricidad.
Una cosa muy importante, «cualquier persona puede ser admitida, independientemente de su casta, credo o religión», aseguró Shaikh, quien una vez finalizada la pandemia pretende convertir esas instalaciones en un hospital de pleno derecho para los pobres de su ciudad.
Pareciera —volviendo a la canción de Páez— que este empresario ha «venido a ofrecer su corazón» en bien de los que poco o nada tienen y necesitan atención médica para salvar sus vidas.
Este hecho ocurre en la India, donde hasta este jueves los ciudadanos infestados por el coronavirus superaban 1,5 millones y la cantidad de fallecidos era de 35 000.
Complicado dar respuesta —y más que todo, solución— en una nación tan poblada, que de acuerdo con estimaciones de la ONU llegará a los 1 400 millones de habitantes en el 2022, muy diversa culturalmente y afectada además por una gran pobreza entre otros flagelos.
En resúmenes estadísticos mundiales aparece la India con más de 70.6 millones de personas que viven en la extrema pobreza. Se estima, que de los mil millones de niños y niñas que viven en extrema pobreza en el mundo, un 30% son de la India.
De igual manera, el índice de mortalidad infantil en esa nación es de 39 fallecidos por cada mil nacidos vivos.
En ese contexto llegó y se expandió la Covid-19, y aunque el país hace ingentes esfuerzos por controlar la pandemia, los anteriores factores contribuyen a hacer más complicada su solución.
Por todo ello es que resalta el gesto de Kadar Shaikh. Personas como él hacen falta muchas en este mundo caracterizado por el egoísmo y la desigualdad.
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