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Bolivia; fraude a la vista

17 de julio de 2020

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Jeanine Añez y el gobierno que encabeza en Bolivia se mantienen como una de las cartas de la reacción nacional e internacional en las próximas elecciones convocadas para el 6 de septiembre.
Eso es lógico, ya que ha demostrado consecuentemente que puede seguir siendo útil a las fuerzas de operaciones especiales de EE.UU. y de la Cia, que hicieron posible su presencia en el gobierno.
No importa que esté en cuarentena al enfermar con el coronavirus que hace estragos en su país, mucho menos que no haya sido elegida democráticamente al cargo que usurpa, ni siquiera que al mejor estilo de antiguas dictaduras militares imponga la represión como método para frenar las protestas populares.
Por otra parte persecución política contra el candidato a la presidencia por el Mas, Luis Arce Catacora, se incrementó desde su regreso al país el 28 de enero pasado procedente de México.
Las acciones en su contra son señales de la inminente derrota electoral que temen los golpistas, aseguró Evo Morales en su cuenta de Twiter.
Nuevamente laCiay las fuerzas de operaciones especialesde EE.UU, están detrás de cada medida gubernamental junto con algunos gobiernos europeos adaa la intención de evitar que el poder vuelva a pasar a manos de la izquierda.
Las contradicciones entre los candidatos claramente pro-norteamericanos, como Añez, Carlos Mesa o Luís Camacho, hacen más complejas las próximas elecciones, aunque de resultar electo alguno de ellos –con o sin fraude- se activarían los esfuerzos para aumentar la presión y lograr cambios gubernamentales en Venezuela y Nicaragua.
Añez ha demostrado en la práctica su incapacidad, lo que le resta apoyo popular, aunque para sus protectores sigue siendo una buena marioneta para sus objetivos políticos.
Un especialista recién comentaba que a pesar de tanto vaivén social, económico y político, “perdura una matriz de sentidos comunes progresistas. El 70% está en contra de las privatizaciones de servicios básicos y sectores estratégicos; se valora el rol del Estado en la economía (74%).
Aunque las encuestas por lo regular no son confiables, señalan que Luís Arce goza de un 41,9 por ciento de intención de voto y su adversario más cercano, Carlos Mesa, permanece con 26,8 por ciento en la segunda semana de julio.
Faltan además casi dos meses para los comicios y aunque las contradicciones entre los principales líderes de la derecha favorecen la desunión, de seguro se unirán para traicionar los intereses patrios como simples marionetas y por la tan deseada recompensa económica harán lo imposible por retener el poder.
La Bolivia que demostró su capacidad y potencialidades durante los gobiernos de Evo corre el riesgo de convertirse en una colonia de nuevo tipo si finalmente gana la reacción, ya sea mediante fraude o un nuevo golpe de Estado. Dejará entonces de ser un país a la deriva para hundirse nuevamente en el subdesarrollo.

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