AMLO, duro bregar
13 de julio de 2020
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La pandemia de la COVID-19 ha golpeado al planeta y México no es excepción, con una situación difícil, debido a la carencia de por lo menos 200 000 médicos, una población muy vulnerable por la falta de asistencia sanitaria y muchos trabajadores que viven en la informalidad y carecen de medios de subsistencia, lo cual atenta contra el necesario aislamiento social.
Esta es una herencia grave del pasado que no se ha podido sustituir en el poco tiempo del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el cargo, además de otros muchos problemas en una nación que, contra viento y marea, ha mantenido una política exterior diáfana.
La labor de AMLO se entorpece por las diatribas que surgen hasta de la organización que le apoya, como cuando le critican su viaje a Estados Unidos para entrevistarse con su colega Donald Trump, a raíz de la puesta en marcha del nuevo tratado de comercio entre ambas naciones y Canadá, que sustituye a uno anterior que era más nocivo para la tierra de los aztecas.
AMLO, conocedor de los exabruptos de Trump y su odio a lo que no fuera blanco, exigió respeto para los mexicanos que residen en Estados Unidos, los indocumentados de esa nacionalidad y el envío de remesas a sus familiares en México.
O sea, nada que se le pueda reprochar, además de que el nuevo convenio contempla más, repito, las necesidades de su nación y el aseguramiento de las exportaciones a Estados Unidos, el 70% del total.
Aboga por la necesaria financiación a muchos y ambiciosos proyectos, satanizados por el Fondo Monetario Internacional porque no necesitan del capital privado, mantiene una política de rechazo a las inversiones en el sector público y desea sacar del dominio oficial a Petróleos Mexicanos.
A pesar de la difícil situación económica y la crisis mundial en este sentido, AMLO ha subrayado que no hay recesión, y que su interés es hacer descender la alta tasa de mortalidad de la epidemia, ayudar a los damnificados de recientes catástrofes naturales y mantener una política ambiental de ayuda a la humanidad.
En otros importantes aspectos, AMLO ha emprendido nuevas acciones para resolver el caso de los desparecidos en general y los de Ayotzinapa en particular, con avances en la identificación de uno de los 43 jóvenes, atención a sus familiares y una lucha dura contra los posibles responsables, en su mayoría elementos del anterior gobierno.
Algo aún más difícil es el combate al narcotráfico, en el que tiene que lidiar con círculos policiales conocedores del sistema y que mantienen estrechos vínculos con los barones de la droga.
En este contexto también se desarrolla el resto de su política interna, empeñada en tratar de eliminar en lo posible la corrupción y otras lacras que han dejado anteriores gobiernos.
Como el lector puede apreciar, es mucho a lo que tiene que enfrentar en un mandato presidencial que no le podrá alcanzar para solucionar los problemas que asolan al país.
Pero hasta ahora, pese a sus detractores, y como expusimos con anterioridad, la actitud de AMLO es consecuente con su prédica de la campaña electoral que lo llevó merecidamente a la Presidencia de México, que le birlaron en dos ocasiones anteriores; y así lo ha demostrado en el rechazo a la continuada agresión contra Venezuela y en el mantenimiento del principio de no injerencia en los asuntos internos de las naciones, fiel a las enseñanzas del prócer Benito Juárez, quien afirmaba que el respeto al derecho ajeno es la paz.
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