El otro «contagio»
27 de mayo de 2020
|
A propósito de la pandemia de la COVID-19, los científicos han explicado, una y otra vez, que una gran cantidad de virus está circulando en la geografía universal, de los cuales debemos protegernos como personas y como sociedad.
Y otro virus, cuyos autores se ensañan en aplicarlo contra naciones, no importa que estemos en momentos de cruel azote por la COVID, es el apoderado del cerebro macabro de la administración estadounidense de Donald Trump, y que aplica sin tener en cuenta que estemos en medio de una enfermedad que solo en Estados Unidos ya ha matado a 100 000 personas.
Para tratar de envenenar al mundo con su virus mortal, el presidente yanqui y su secretario de estado, Mike Pompeo, entre otros, inventan las más increíbles patrañas, que lanzan contra China, Rusia, Irán, Venezuela y Cuba, entre otros.
Por estos días de incertidumbre y horror, el «ilustre» ex jefe de la CIA devenido en «diplomático» viajó a Israel, su aliado más entrañable a la hora de hacer guerras y generar conflictos, y desde allí, violando todas las normas sanitarias existentes, dedicó la mayor parte de su tiempo a «convencer» a Tel Aviv para que no permita las inversiones chinas en su territorio.
La prensa internacional considera que Estados Unidos lleva a cabo una campaña para sabotear el mega proyecto del gigante asiático de la «ruta de la seda» y para tales objetivos acude a otra guerra, la de la desinformación, cuyo mayor exponente se puso de manifiesto con las absurdas acusaciones a China respecto al surgimiento y desarrollo de la COVID-19.
Los chinos, sin embargo, se han mostrado al mundo tales y como son: una potencia económica que, además, es una potencia moral, con un gobierno capaz de haber cercado y detenido la pandemia con métodos científicos y medidas eficaces, esas que Estados Unidos nunca aplicó y más bien se dedicó a denigrar.
El periodista Thierry Meyssan, en un artículo en la Red Voltaire, refiere que en tiempo de Covid la experiencia ha demostrado que
«las naciones occidentales dependen de los productos de la industria china» y que «después de haber comprobado esa dependencia, la administración Trump ha pasado del deseo de reequilibrar los intercambios comerciales, a una lógica de enfrentamiento militar, aunque sin llegar a la guerra», más bien con sabotajes económicos y comerciales.
Señala el articulista que «europeos y estadounidenses comprobaron repentinamente que no tenían cómo fabricar los millones de mascarillas quirúrgicas que necesitan, y tuvieron que acudir a comprarlas en China».
Vale recordar las veces que se escenificaron robos en los aeropuertos europeos donde llegaban las mascarillas y otros insumos chinos. Entonces, el amo estadounidense no creyó en aliados y hasta desvió dichos recursos para su país.
Concluye el artículo aparecido en la red Voltaire con el argumento de que en este «sálvese quien pueda», Washington ha decidido renunciar a su anterior intención de equilibrar las relaciones comerciales con China para pasar a oponerse al establecimiento de la «ruta de la seda» y llevar a los europeos a relocalizar parte de sus industrias.
Este otro contagio, que no es una simple gripe ni tampoco una peligrosa COVID-19, se ha convertido en el escenario favorito de Donald Trump en su afán por revertir sus pérdidas económicas, políticas y morales, y desviar la atención hacia su concepción de un mundo unipolar gobernado por el imperio yanqui.
Comentarios