El ministro cubano de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, denunció este martes el silencio cómplice del Gobierno de los Estados Unidos ante el ataque terrorista contra la embajada de Cuba en ese país, el pasado 30 de abril.
Ese día se produjo un ataque con arma de fuego contra el edificio que acoge a la legación diplomática de la Isla en Washington DC. El autor fue Alexander Alazo Baró (42 años), de origen cubano, que vive en EE.UU. desde el año 2010, detalló el canciller en conferencia de prensa virtual.
“El Departamento de Estado y el Gobierno de los EE.UU. lamentablemente han optado por silenciar este grave ataque terrorista. Hasta este mismo instante no se ha producido ninguna declaración pública de condena a este hecho, ni de rechazo al acto terrorista”, afirmó.
Rodríguez Parrilla reconoció el rápido actuar de la fuerza policial local y del servicio secreto en el momento del ataque, sin embargo “el Departamento de Estado demoró casi cinco días para ponerse en comunicación con las autoridades cubanas y emitir alguna información de carácter oficial sobre este grave suceso”, subrayó.
Imágenes muestran que el atacante se aproximó a la embajada, gritó frases ofensivas y lanzó una bandera cubana profanada con varias frases incoherentes y luego trató de incendiarla con gasolina. Después se produjo un ataque a tiros contra el edificio que está en medio de la capital de EE.UU, a una cuadras de la Casa Blanca, utilizando un fusil semiautomático.
El atacante había viajado con esa arma y municiones desde el Estado de Pensilvania, “iba con la intención de batir lo que hubiese delante, incluso seres humanos si hubiesen estado en su línea de fuego. Él mismo confesó después que iba con intención de matar”, relató el canciller.
En el momento del asalto, cuando fueron disparados 32 proyectiles, había 10 funcionarios en el edificio.
“Es necesario preguntar al Gobierno de los Estados Unidos cuáles son sus motivaciones para mantener silencio ante la opinión pública y no lanzar mensajes de disuasión de actos como este, en cumplimiento de sus obligaciones legales como país sede de la embajada”, cuestionó el jefe de la diplomacia cubana.
Calificó este hecho como un acto terrorista que no puede verse separado del resultado directo del discurso agresivo contra Cuba y la permanente instigación a la violencia y odio de políticos estadounidenses y grupos extremistas anticubanos.
El canciller argumentó que Alazo Baró planificó el ataque con suficiente anticipación y visitó el lugar unas dos semanas antes. “En el momento de la agresión se declaró como seguidor del presidente de los EE.UU. y no ofreció resistencia al ser arrestado”.
De acuerdo con Bruno Rodríguez, en los documentos legales, a los cuales Cuba ha tenido acceso, se refiere -según la esposa de Alazo Baró- que este ciudadano visitó un hospital en donde expresó delirio de persecución de grupos criminales cubanos o del propio Gobierno cubano. Luego acudió a varias agencias de Seguridad Nacional para formular acusaciones contra el Gobierno de la Isla, que supuestamente quería asesinarlo.
El canciller aseveró que corresponde al Gobierno de Estados Unidos explicar qué curso le dio a esas acusaciones. “Se aprecia negligencia en la conducta de los EE.UU. que no actuó ante informaciones de esa naturaleza”.
El atacante, prosiguió, era poseedor de una licencia para portar armas, dueño de una pistola marca Glock y de un fusil AK. Incluso, realizó semanas antes visitas a la propia embajada. “El Gobierno de EE.UU. incumplió con su obligación de prevenir este ataque, del cual recibió señales suficientes”.
En los documentos legales del arresto se registra que Alazo Baró sufre algún tipo de “trastorno mental”, y que -según dijo- “utiliza medicamento”. El canciller abundó que en el auto de este ciudadano se encontró cocaína, así como se supo que “tenía dificultades económicas, pues había perdido un pequeño negocio y estaba desempleado en el momento del ataque. Según declaró su esposa, han transitado en periodos que no han tenido ni vivienda.
Rodríguez Parrilla dijo que también corresponde al Gobierno de EE.UU. realizar una investigación a fondo que permita esclarecer de dónde salió el dinero utilizado para el ataque.
Hizo alusión a documentos legales que indican que Alazo Baró actuó por odio a Cuba y por temor a agresiones de supuestos grupos criminales cubanos, los cuales no existen, señaló el canciller. “En Cuba no hay organizaciones criminales ni crimen organizado”.
Del atacante se sabe que mientras vivió en la Isla mantuvo una conducta normal, con inclinaciones religiosas, dedicándose a la labor pastoral. Cumplió el servicio militar sin ninguna dificultad, y en el año 2013 viajó a México con una visa religiosa, país donde vivió durante durante varios.
Viajó a Cuba en 8 ocasiones, la última vez en 2015, manteniendo “una relación normal como la que tienen los demás emigrados cubanos”, abundó el ministro y puntualizó que durante ese periodo en el exterior Alazo Baró recibió los servicios consulares de manera normal de las oficinas cubanas. “Nunca tuvo ni ha tenido ningún problema en Cuba, ni con su país de origen”.
“Hay que preguntar a los EE.UU, cómo un individuo, con una conducta normal, religiosa y pacífica, se transforma en alguien con problemas mentales” y, con escasos recursos económicos, prepara y ejecuta el ataque contra la embajada cubana, acotó.
En 2010 Alazo Baró se mudó a Estados Unidos, donde radicó en Miami, Texas, Pensilvania y quizás otros lugares.
El titular de Relaciones Exteriores dijo que también es obligación del Gobierno estadounidense investigar con precisión cuáles son los vínculos del atacante “con grupos e individuos dentro de los Estados Unidos, con una trayectoria conocida de odio e instigación a la violencia o incluso al terrorismo contra Cuba”.
Informó que Alazo Baró, durante sus estancia en Miami, se asoció a un centro religioso, en el cual se reúnen personas con reconocidas conductas a favor del extremismo y la agresión contra la Isla.
En ese centro, argumentó, entró en contacto con el pastor Frank López, quien mantiene estrechas relaciones con el senador Marco Rubio, el venezolano Carlos Beccio, e incluso con el congresista Mario Díaz Balartotras, entre otras figuras de conocido extremismo contra Cuba.
Curiosamente, el vicepresidente de los EE.UU. visitó hace poco esa inglesa y pronunció un discurso de franca hostilidad contra la Isla y desprecio y amenazas hacia América Latina, dijo el canciller.
Otras evidencias expuestas por el ministro muestran como entre las personas con la que Alazo Baró se relacionó estrechamente en esa iglesia está el ciudadano de origen cubano Leandro Pérez, quien en su propio perfil de Facebook se declara como amigo cercano del tirador.
Leandro es conocido por sus instigaciones públicas en redes sociales a favor de acciones de magnicidios en Cuba, con llamados a acciones violentas contra el General de Ejército Raúl Castro y el presidente Miguel Díaz-Canel. “Basta con revisar sus cuentas en redes sociales para encontrar apelaciones como las que llama a atacar con drones lugares oficiales de La Habana”.
El 5 de febrero de 2020 este ciudadano usó Facebook para intentar amenazar a Cuba con tener listos drones que se utilizarían para agredir a la Isla. Ha usado las redes y sus contactos para promover ayuda al terrorista Ramón Saúl Sánchez, cuya violación sistemática de las leyes norteamericanos provocó la orden de deportación que sin embargo no se ejecuta. “Sus vínculos con el terrorismo hacia Cuba están ampliamente documentados”.
Alazo Baró tiene un perfil en Facebook, en el que se hace llamar Hamilton Alexander, donde comparte “los mensajes de un individuo que promueve canciones de estilo y contenidos marginales, con incitaciones abiertas a actos de violencia contra funcionarios diplomáticos en Estados Unidos”, continuó el canciller.
Una revisión a ese perfil permite corroborar vínculos del atacante con los autores de actos de promoción contra bustos del Héroe Nacional José Martí producidos hace meses.
Bruno Rodríguez emplazó al gobierno estadounidense a explicar qué sabe de esos vínculos y de los contactos y admiración mutua entre Alazo Baró e individuos que pertenecen a agrupaciones seguidoras que apoyan al actual administración de EE.UU. e incitan constantemente a la violencia y el odio contra Cuba.
Igualmente dijo que es obligación del Gobierno de EE.UU. aclarar qué influencia ejerció en la conducta del atacante el sentimiento y la acción agresiva hacia Cuba que se promueve en aquella iglesia de Miami, así como qué papel pueden haber desempeñado los individuos antes mencionados en la decisión de Alazo Baró de aburrir fuego contra el edificio de la embajada.
“El silencio cómplice del gobierno de los EE.UU. se torna sospechoso, cuando se conoce que sus servicios de aplicación y cumplimiento de la ley tienen un monitoreo constante y preciso de los grupos violentos que actúan contra Cuba en ese país”.
El ministro expresó que cabría preguntarle a Mike Pompeo qué sabe sobre estos asuntos, sobre todo cuando suele pronunciarse de manera constante con relación a la Isla, sin embargo esta vez no ha dicho una palabra acerca de lo ocurrido.
“Es deplorable que el Secretario de Estado, mientras mantiene silencio sobre el ataque terrorista, se haya pronunciado contra Cuba, dedique pronunciamientos permanentes y casi diarios a atacar la cooperación médica internacional cubana y a calumniar a nuestros médicos que trabajan en otros países, incluso en medio de la pandemia de COVID-19. Lo mismo hace su subsecretario asistente que con desvergüenza publica a diario mentirás sobre la labor de nuestros personal de la salud”.
Bruno Rodríguez reiteró que este ataque contra la embajada de Cuba, de naturaleza terrorista, es un resultado directo de una política oficial de instigación al odio y a la violencia contra su país. “Quien escuche los pronunciamientos y falsedades constantes del Departamento de Estado y el propio Secretario de Estado observará que hay constantemente una apelación al odio y el resentimiento hacia Cuba”.
En otro momento de su alocución, el titular se refirió que existe evidencia de la participación de funcionarios del gobierno estadounidense en las acciones violentas que se produjeron contra los colaboradores de la salud cubanos en Bolivia durante el reciente golpe de Estado.
“El que entienda que actúa en línea con la política agresiva y de hostilidad que practica y pregona el gobierno de EE.UU., puede sentirse alentado a cometer actos violentos. Quien crea que coincide con mensajes de odio y violencia contra Cuba que se promueven a diario en la radio, las redes y la televisión de figuras oficiales y grupos violentos desde territorio norteamericano, puede asumir que cuenta con respaldo para cometer actos como el del 30 de abril”, afirmó el ministro.
Como ha dicho recientemente Díaz-Canel en Twitter, el canciller reiteró que el Gobierno cubano espera por resultados de una investigación exhaustiva y a fondo de este ataque terrorista. “Veremos si el Gobierno de EE.UU. encuentra alguna explicación plausible a los vínculos de Alazo Baró con las agrupaciones extremistas y violentas que he mencionado. Y como explica la relación ineludible entre esos vínculos y esos actos y el ataque contra nuestra misión diplomática”.