Gilberto Smith Duquesne, el más importante Chef cubano de todos los tiempos
9 de abril de 2020
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En un contexto donde el oficio de cocinero había sido, y era aún, una tarea de esclavos y excluidos, el 31 de diciembre de 1920, nace en Itabo, Matanzas, de cuna humilde, mulato y padre desempleado, Gilberto Smith Duquesne.
Contra todo pronóstico, la voluntad y el talento que exhibiría el recién nacido, cruzaría un camino de éxitos que lo ubicarían como uno de los relevantes profesionales de la cocina del siglo XX en el vasto escenario americano. Sus primeros años laborales nacionalmente manifiestan un largo compendio de fructíferos empeños, unidos a un impresionante carisma cuya descripción lamentablemente no cabe en esta síntesis.
Son muchos los altos reconocimientos recibidos en todas las latitudes por este “hidalgo popular”, como le bautizara la periodista Nancy Robinson Calvet. A manera de muestra destacamos algunos.
Siendo ya altamente calificado llega 1959 con sus extraordinarias proezas. En 1961, a la campaña de alfabetización acudieron miles de adolescentes y jóvenes que precisaban rápida preparación. Por ello, se estableció un campamento para 18 mil voluntarios en la playa de Varadero. A Smith le correspondió exitosamente organizar con un ejército de más de 300 cocineros a su mando, la tarea única de suministrarles alimento diario, tres veces al día.
Poco después se instala durante un lustro en la embajada cubana en Francia. En París, una noche de 26 de Julio, Jean Germa, Presidente de la Academia Culinaria de Francia, anunciaba que Gilberto Smith Duquesne, era admitido como miembro efectivo, y además, se le confería la Medalla de Oro por sus atributos profesionales.
“Por más de veinte años visité el Japón –decía Smith- Promocionaba los productos cubanos del mar. Me sentí en la obligación moral de transmitir mis experiencias a centenares de jóvenes cocineros japoneses. Ningún secreto lo guardé para mí… Por ello, mi asombro al conocer que era acreedor a la Medalla de Oro conferida por las Asociaciones Culinarias del Japón, avalada por el emperador Hirohito, por vez primera otorgada a un extranjero.
¿Cómo es posible que usted no sume a sus homenajes el de Grecia? Le diría en Atenas, Andreas Papandreus, Primer Ministro de Grecia -prometo que lo tendrá. Meses después, en ceremonia solemne de la cancillería en La Habana, le fue entregada la condecoración prometida.
El 18 de octubre de 1984, se celebraron las Olimpiadas Culinarias en Fráncfort, Alemania. El equipo cubano estuvo presidido por Gilberto Smith. La táctica consistió en potenciar la gastronomía nacional: habanos, ron, café, música y comida sobre la base de la tradicionalidad. Resultado: Primer lugar y Medalla de Oro. Años después, se constituyó el 18 de Octubre como día de la Cocina Cubana en honor a aquella memorable jornada.
En reunión de la Asociación Mundial de Cocineros celebrada en Liubliana, Eslovenia, en 1986, Smith fue nombrado como Miembro de Honor Vitalicio de dicha institución, entre los únicos 55 miembros con esa categoría a escala mundial desde su fundación en 1928 en la Sorbona, Francia.
Por su iniciativa, en 1994, la Asociación Mundial de Cocineros, ofició su reunión anual en La Habana. El acuerdo más notable fue crear la Federación Culinaria de América Latina y el Caribe otorgándole la presidencia al propio Smith Duquesne.
Florencia, Italia, es considerada la cuna del refinamiento de la cocina. Cada año, un jurado otorga un premio Internacional denominado Catalina de Medici y escogen a una personalidad universal relevante en el arte culinario. Por unanimidad, todos los honores del año 2001 le correspondieron a Gilberto Smith.
En 2004, en el Encuentro Internacional Culinario celebrado en La Habana, la Universidad de Enseñanza Gastronómica de Poznam, Polonia, le confirió el título de Doctor Honoris Causa.
Invariablemente, desde La Habana, asesoró exigentes proyectos como la Escuela Latinoamericana de Medicina, organizó esplendentes banquetes de la reunión anual de habanos, impulsó el sistema de educación básica para jóvenes cocineros, promocionó a lo largo del país casas sociales para trabajadores del sector, incursionó en la literatura culinaria, promocionó en los medios la razón social de los cocineros, avizoró la necesidad de dotar una solida ética laboral, estableció un legado de alta personalidad para la tarea culinaria… en fin, fue tal su ímpetu, que en buena medida la sociedad cubana le debe la alta estima que tiene hoy la faena de fogones y peroles.
Por su inestimable herencia la Asociación Culinaria de Cuba –institución creada a partir de su idea y osadía- lo reconoció como su Presidente de Honor Vitalicio.
Miembro del exclusivo club La Cacerola de Paris, Cordón Bleu de la Escuela Francesa de Lima, Gorros Blancos de Francia y España, Collar Waikiki de Hawai, Miembro de Honor de Asociaciones Culinarias de Alemania, Italia, Suiza, Canadá, Estados Unidos, Sudáfrica, Japón, Perú…, Medalla por la Cultura Nacional en Cuba y único Chef miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.
Para rematar por todo lo alto, en 2000, en Lima, Perú, las Asociaciones Culinarias del continente, lo seleccionan Chef del Milenio en América Latina.
En justicia, nuestros coterráneos no deben olvidar esta sorprendente personalidad. El 9 de abril de 2010, desde su Habana querida, partió definitivamente el insigne Maestro y más reconocido profesional culinario que ha tenido Cuba en toda su historia.
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Comentarios
gracias a nuestro Fernando Fornes, por ese homenaje. gracias a la emisora Habana Radio. nuestro muy querido Historiador de la Ciudad. Gracias a todos.