¿Día de Acción de Gracias en Cuba?
2 de abril de 2020
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Es conocido que el Día de Acción de Gracias celebrado en los Estados Unidos (último jueves de noviembre) y Canadá (segundo lunes de octubre), es una festividad que trasciende el aspecto religioso de su origen para convertirse en un motivo nacional de reunión para todos los miembros de la familia y compartir las buenas venturas pasadas o aquellas que están por venir.
El origen de esta tradición se relaciona con antecedentes tanto europeos como americanos, por cuanto en ambos continentes los labriegos y los nativos celebraban los finales exitosos de las cosechas dando gracias por la buenaventura. Para la ocasión, se desarrollaban distintos eventos religiosos y culturales que culminaban sin falta con cenas multitudinarias, usanza que con el tiempo se enclaustró en el seno del hogar para darle un carácter familiar.
En los Estados Unidos, aunque existe cierto debate en cuanto al inicio de la celebración (lo profesores Robyn Gioia y Michael Gannon de la Universidad de la Florida sostienen que fueron los españoles el 8 de septiembre de 1565, en San Agustín, Florida), predomina el criterio que la tradición moderna de esta festividad se remonta al año 1621, ocurrida en Plymouth, en el estado actual de Massachussets. Este agasajo se ofició por los llamados peregrinos o colonos venidos del Viejo Mundo en satisfacción por la buena cosecha obtenida, quienes habían sido auxiliados solidariamente por los originarios habitantes de la comarca vecina. En años posteriores el acontecimiento continuó enalteciendo el final de cada cosecha.
En las primeras ocasiones y dadas las precarias circunstancias de los colonos que no disponían de suficientes alimentos para la ceremonia, los nativos les ayudaban dotándoles con sus provisiones y adiestrándoles en las faenas de la caza y la pesca. Estas condicionantes determinaron las características esenciales de las celebraciones posteriores y actuales. Por ello, la cena de este día está constituida en lo fundamental por productos originarios del entorno americano donde se desarrolló incipientemente este suceso.
En Canadá la celebración tiene otro origen y fecha, pero en esencia se plantea la misma causa y con los mismos actores: emigrados europeos y autóctonos habitantes de la región con el mismo sentido solidario de la ocurrencia en los Estados Unidos.
El protagonista principal del Día de Acción de Gracias es el pavo, ejemplar por excelencia de la fauna americana. La enciclopedia digital a la mano nos auxilia. “Este pavo tradicionalmente va acompañado con un relleno hecho de pan de maíz y salvia. Se sirve tradicionalmente con una jalea o salsa de arándanos rojos. Además suelen servirse platos de verduras como las judías verdes (elotes, vainitas), la papa (boniato, camote) y el puré de papa con gravy, que es una salsa hecha del jugo del pavo; también suele servirse una gran variedad de postres, siendo el pastel de calabaza el más popular. También es común preparar el pastel de nuez pacana y el de manzana.”
Tiempos recientes, en cierto segmento poblacional de nuestro país se ha tratado de impulsar la celebración de esta tradición anglosajona. Como es propio de nuestra nacionalidad, aparecen nítidamente las originalidades. Por ejemplo, una instalación gastronómica ya no solo se circunscribe al día aludido y propone una semana completa de evocación en una oferta de marketing sui géneris tratando de captar comercialmente al referido segmento.
Pero la intención de establecer esta fecha como algo nacional en Cuba no es de época cercana. La primicia fallida de la tentativa cuenta ya con 120 años. Al momento de la primera intervención militar norteamericana en Cuba, finalizada la guerra hispano-cubano-americana, el gobernador militar John R. Brooks trata de instaurar esta costumbre en la Isla a través de una ordenanza fechada el 12 de noviembre de 1899. “…creyendo además que ningún pueblo o país tenga más razones para estar agradecido ni mayores esperanzas para el porvenir…” Acto seguido fija el 30 de noviembre como el Día de Acción de Gracias en Cuba. Como era de esperar, el edicto no funcionó y la festividad no pasó a engrosar el acervo cultural nacional. Pálidamente, la añoranza de este festejo solo quedó en el recuerdo de los emigrados que regresaron a Cuba concluida la contienda; o tal vez décadas después, pero descolorida también, como campaña publicitaria de alguna tienda o restaurante de postín con el propósito de atraer a los clientes de sectores económicamente privilegiados que alguna manera se sentían atraídos y obligados a imitar las hábitos del país vecino. Por regla general, la población lo percibió como algo ajeno que trataba de disminuir la influencia de las festividades tradicionales propias más parecidas, tales como la Nochebuena.
El menú de rutina para la ocasión de la ceremonia doméstica que implica su celebración, prácticamente tipificado en toda la Unión, no ha sido totalmente ajeno a nuestras costumbres gastronómicas, pero solo por la coincidencia que algunos de sus productos principales fueron parte del legado que la América toda –de norte a sur y de este a oeste– le brindó a los colonizadores asentados tanto a un lado o al otro del Río Bravo.
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