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Las primeras grabaciones de jazz, danzones, y sones (II)

5 de marzo de 2020

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Mi opinión en cuanto a las audiciones con grabaciones escuchadas para esta investigación del sonido Dixieland –formato propio de New Orleáns entre 1917-1925– es que resultan tolerables al oído; por ejemplo, como las realizadas a la “Original Dixieland Jazz Band” entre 1917-1925.

Décadas después estas grabaciones se han podido escuchar perfectamente bien en formato analógico y luego digital como las realizadas entre 1923-1926 a las bandas de King Oliver, Jelly Roll Morton, Jack Jonnson, Christopher Handy y el legendario Irving Berlin.

Entonces me pregunto: ¿hasta donde influyen decisivamente el software y la tecnología digital en la remasterización y “mejoramiento” sonoro de las grabaciones añejas?

En el danzón cubano –género musical cubano entonces enmarcado en las viejas orquestas de viento (clarinete, figle, contrabajo, trombón, violín, timbal y Güiro) –al menos en las grabaciones llegadas a mis manos (1903), el cornetín tiene un significativo protagonismo, e incluso llegó a hacer, como en el caso de los cornetinistas Enrique Peña (1880-1922) y Pablo Valenzuela (1859-1926) estratosféricos sonidos melódicos, si bien, semi envueltos en el sonido del conjunto orquestal.

Según los fonogramas encontrados, el primer danzón grabado se tituló “El Pulpero”, al que le seguiría “La gatita blanca”.

En el curso de variadas audiciones con grabaciones de estas danzoneras, se aprecian algunas pálidas y muy breves improvisaciones en solitario, y me pregunto ¿cómo se harían? ¿Qué proceso emplearían?

Generalmente en estos discos, casi siempre el cornetín quedaba semi envuelto entre los movimientos rítmico-melódicos del clarinete y el ronquido del figle, entonces todos pugnando con un sonido fuerte y acento rítmico del timbal. ¿Cómo explicarse todo esto si en la fonografía aún no existían los micrófonos para esos años?.

Esto resulta evidente en el formidable CD “Early Cuban Danzón Orchestras”, producido en 1999 por el sello Arlequín (HQ-CD.131).

Luego estas orquestas de viento fueron quedando en el olvido y fueron reemplazadas por el llamado formato charanga (piano, violín, flauta, timbal y güiro) con una sonoridad mucho más ligeras que las de viento. Las charangas, que aún se mantienen hasta la actualidad, sonaban mucho más líricas y muy sabrosas para bailar.

Con el auge de las grabaciones eléctricas y los micrófonos, rápidamente las charangas devinieron en un formato de preferencia.

En la actualidad, las charangas Aragón, Maravillas de Florida, Charanga Habanera y hasta los Van Van que gozan de una gran aceptación en el público bailador..

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