Moisés Finalé expone en La Acacia
12 de abril de 2013
|Fotos: Cortesía del artista
Moisés Finalé hace una nueva entrega: “Al lado del camino” es el título de la exposición que se exhibe en la galería La Acacia, de La Habana, y, sin ser una retrospectiva incluye piezas —todas de gran formato— que van entrelazando su más reciente discurso pictórico.
Finalé, graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA) y del Instituto Superior de Arte (ISA), luego de estar unos quince años sin exponer en Cuba comenzó con “Herido de sombra” (Museo Nacional de Bellas Artes, 2003), un ciclo de exposiciones que continuó con“Doble realidad”, (Museo del Ron, 2004, y a la que invitó a la artista francesa Maylis Bourdet); en el 2005 sorprende con una muestra a cuatro manos junto a la investigadora Natalia Bolívar, en Galería Habana). Luego vendría“Se fueron los 80” (Galería Servando Cabrera, 2007),“Turista cubano o problemas de identidad” (Galería Habana, febrero de 2011) y “Dulzuras insulares” (Casa de México, perteneciente a la Oficina del Historiador, diciembre de 2011)
Ahora regresa de París, donde reside, con propuestas que, si bien no se alejan de su modo de expresión sí denotan una búsqueda constante “en este momento no sé si mi obra es pictórica o escultórica. Ahora ando fascinado con los metales y lo que antes pintaba, ahora está concebido en metal”, dice al tiempo que asegura que “lo peor habría sido quedarse estancado en el barroquismo de los años 80” y que lo fascinante de ‘Al lado del camino’ es “sorprender con novedosos elementos”.
En la muestra —que cubre las tres espaciosas salas de La Acacia— hay dos obras que resaltan particularmente: la que, precisamente, inicia y da nombre a la muestra “Al lado del camino”, y “Árbol mágico”, que la concluye—; ambas son en blanco y negro. “Al lado del camino” tiene un soporte poco convencional: el pladur, moderno material empleado en la construcción y que en Cuba se ha introducido en los últimos años. La pieza, dijo Finalé al espacio “Luces y sombras” de Habana Radio “está concebida como un scratchboard, que es una antigua técnica totalmente olvidada”.
La pieza está realizada a partir de una herramienta empleada en el corte de metales, y cuenta Fianlé que “no hay nada de pincel ni mucho menos; está confeccionada con astucia y seguridad porque la técnica no permitía ningún tipo de equivocación, está hecha sin bocetos, sin croquis y realizada de arriba hacia abajo sin equivocarme. No me basé en plantilla ni nada: empecé por un puntico arriba y la terminé abajo, de un tirón. La búsqueda está ahí, en saber qué era lo que tenía y qué era lo que quería.
“Árbol Mágico” es una obra muy grande —dice— “de tres metros de alto por un metro y veinte de ancho, y pesa mucho porque está confeccionada con materiales recuperados y tiene que ver con lo que estoy haciendo en Francia”.
Finalmente comentó que cada vez que se plantea una exposición trata de “ofrecer algo nuevo y en ese sentido hay una gran responsabilidad porque un artista de verdad no puede aparecerse siempre con lo mismo. Ese es un principio que me tomo muy en serio y es cuando, verdaderamente, me siento un poquito artista: al público no se puede engañar. Hay que trabajar en serio”.
Y para continuar siendo consecuente con ese principio de respeto al público y también al trabajo, por estos días de permanencia en la capital cubana, Moisés Finalé da los toques finales a una serigrafía que está concibiendo en el Taller de Reproducciones Artísticas “René Portocarrero”, en La Habana Vieja, sitio que fue en los años ochenta el emporio creativo de este artista poseedor de un lenguaje profundamente cubano y, a la vez, universal.
Comentarios