Cargando el serón
22 de noviembre de 2019
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La palabra gastronomía en nuestro país abarca un mundo muy amplio desde antes de Bariay, ensanchado desde el espacio del antiguo fogón, devenido por el desarrollo tecnológico en artilugio energético de gas o electricidad; la taberna que se fue enfriando por la magia del hielo y del aire acondicionado, y pacientemente –convertida en bar– nos fue regalando antológicos cocteles que solo podían surgir de la mano del ron cubano de salón, peleón desde los primeros tiempos y sometido a la obediencia en tierras santiagueras; el insuperable tabaco – transformado en el masculino de Habana- que primero sedujo a los pioneros de Cristóbal Colón cuando en Río de Mares (Gibara), los envió a topar con el Gran Khan para, más tarde, –en nuestro nombre– cautivar culturas y continentes enteros. Y no podemos olvidar el africano café que recorrió mundo y medio para instalarse desenfadadamente en nuestro entorno por encima de otras infusiones.
Todos, unidos a la sorprendente huella de etnias venidas de muchos continentes, integran un acontecimiento importante dentro de la cultura nacional.
Para ellos y por ellos, abriremos los archivos de secretos, anécdotas y otras revelaciones que nos los muestren familiarmente cargados en un serón criollo –objeto no museable aún en nuestros campos–, para recorrer un vasto espacio que además de lo nuestro, permita acercarnos a diferentes informaciones propias de la gastronomía en otras latitudes.
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