La música en el cine sonoro
20 de noviembre de 2019
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Casi todo el mundo sabe que, cuando aún el cine sonoro no había llegado a nuestro país, músicos tan relevantes como Ernesto Lecuona, Ignacio Villa (Bola de Nieve), y tantos otros, improvisaban la que apoyaba la imagen. Pero cuando el cine dejó de ser silente, todo cambió. Al tema, dedicaré mi comentario de hoy.
1931 es una fecha importante en la historia de nuestro país: se inauguró la Carretera Central, fracasaron varias insurrecciones, disminuyó la producción de azúcar, se incrementaron las emisoras de radio, y se produjeron varios acontecimientos culturales como el nacimiento de obras musicales importantes entre las que figura la zarzuela “María la O” de Ernesto Lecuona, quien a finales de julio de ese año, fue contratado por la Metro-Goldwing-Mayer, para participar en la musicalización de la película: “The Cuban Love Song”, acompañado por la Orquesta de los Hermanos Palau, y con la participación de Sol Pinelli como bailarina. La película contó también con la actuación de la primera figura del Metropolitan Ópera House: el barítono Lawrence Tibbet y actores y artistas de primer nivel. Lecuona no sólo creó partituras para una secuencia que luego fue suprimida, sino que dirigió la orquesta en “El manisero”, de Moises Simons. Sin embargo, el crédito se lo dieron a Herbert Stothard, quien después se hizo famoso por crear la música de “El mago de Oz”. Evidentemente, Hollywood no valoró a Lecuona, por ser cubano. Pero si el señor Stothard triunfó con la película mencionada, nuestro gran músico fue reconocido, internacionalmente, como uno de los más grandes pianistas y compositores de todos los tiempos, y creó más de mil partituras.
Pasaré ahora a comentar sobre el primer cortometraje sonoro cubano: “Maracas y bongó”. Este corto se realizó en 1832 y sus intérpretes principales fueron: Fernando Collazo en el papel de Juan Manuel, y Yolanda González como Belén. El proceso de sincronización se realizó con la ayuda de dos proyectores de un cine, pues en esa época no existían las modernas moviolas para el montaje de la imagen y el sonido. El piso de la caseta de proyección se cubría con papeles, para evitar que la película se ensuciara con aceite y otras impurezas.
“Maracas y bongó” fue estrenada en el entonces Teatro Fausto, aunque se desconoce la fecha; pero en 1957, el Gobierno Municipal de Marianao colocó en la fachada del edificio una placa conmemorativa del rodaje de ese primer corto nacional de ficción, sobre el que escribió Valdés Rodríguez: “Se buscaba oír música y ver nuestras danzas, sin propósito ulterior alguno, en esta noche de guateque y cumbancha, de enamoramiento y celos. /…/ Hay canto y baile nuestros, la mulata sandunguera, el célebre barriotero, el policía complaciente, en el marco del típico solar habanero. Con mayor dimensión, y combinados con otros factores elementales, esos serán los componentes de la mayor parte de los filmes cubanos hasta el Primero de enero de 1959”.
En posteriores comentarios, retomaré el tema de la música en el cine sonoro.
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