Vladimir Mayakovski
24 de octubre de 2019
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Vladimir Mayakovski es uno de los casi 600 pasajeros del vapor francés Espagne, que atraca en el puerto de La Habana el soleado 4 de julio de 1925, en escala de 24 horas para proseguir el día 5 hacia Veracruz.
Pertenece él, como casi todos, al grupo de viajeros que gusta de desembarcar y deambular por la ciudad, solo que apenas pone pies en tierra lo sacude un fenomenal aguacero tropical, que él asombrado describe humorísticamente como “un chorro poderoso de agua con un poquito de aire”.
El viajero ruso echa a andar, “por entre almacenes, sucias tabernas, bodegas, casas públicas, frutas podridas”, según registra en su diario. Ningún periodista repara en él, pues nadie le conoce. Camina tanto el extranjero solitario que más tarde tiene dificultades para regresar, porque ha grabado en la memoria, a manera de nombre de la calle, la palabra Tráfico, y esta aparece en todas las esquinas de La Habana. Retorna al vapor y en la tranquilidad del camarote escribe un poema. Lo intitula “Black and White” y es una alegoría de la imagen con que él parte del país: la de una sociedad dividida según la raza y la riqueza.
Véanse estos fragmentos, en versión al español del poeta y ensayista Ángel Augier:
A un vistazo / La Habana se revela / paraíso, / país afortunado./Flamencos en un pie / bajo una palma. / Florece / el coralillo en el Vedado. / En La Habana / las cosas son muy claras: / blancos con dólares,/ negros -sin un cent.
En realidad, a Mayakovski se le conoce en Cuba después de su muerte, cuando e ensayista José Antonio Fernández de Castro publica en la edición de mayo de 1930 de la Revista de La Habana unas notas sobre el poeta ruso, destaca su presencia en el país cinco años atrás e incluye dos poemas. El trabajo se ilustra con un retrato de Mayakovski. ¡Quién sabe si entonces a algún lector residente por zonas aledañas al muelle le pareciera conocido el rostro del escritor!
Vladimir Mayakovski es un muy importante personaje de la literatura soviética, como poeta y como hombre público, involucrado en el acontecer social de la Rusia de entonces. Hasta en películas aparece su rostro, pues la cinematografía no le fue ajena. También escribió obras de teatro Murió por mano propia en 1930, a los 37 años. Y a partir de ese momento comenzó a tejerse su leyenda, que hoy perdura.
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