Ciclón en La Habana… hace 75 años
17 de octubre de 2019
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Del 17 al 18 de octubre de 1944, el occidente de Cuba sufrió el impacto de un huracán clasificado entre los de mayor intensidad en la historia nacional. Las bases de datos y trayectorias actualizadas lo sitúan en el mar Caribe, al sur de Cuba, desde la tarde del 12 de octubre, ya con la categoría de huracán. Como ocurre con otros sistemas tropicales, su origen estuvo en un disturbio preexistente en la región meridional del Caribe occidental, al este de Cabo Gracias a Dios, cercano a la costa de Nicaragua. Sin embargo, algunos meteorólogos cubanos sospecharon posteriormente que su génesis pudo haber estado más al este, tal vez al sur de Jamaica.
Inicialmente el ciclón se movió con rumbo medio al norte, amenazando al oriente de Cuba, pero tras una breve inflexión al oeste cruzó de sur a norte sobre Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) azotándola con terrible intensidad. Es seguro afirmar que al llegar al territorio cubano había alcanzado categoría SS-4. Después de cruzar sobre Isla de Pinos, el meteoro impactó a las provincias de Pinar del Río, La Habana (actuales Artemisa y Maybeque), a la ciudad de La Habana, y en menor medida al occidente de Matanzas.
Isla de Pinos sufrió daños de inusitada magnitud, a pesar de que poco se conoce sobre el paso del meteoro por allí. En ese territorio las rachas debieron sobrepasar ampliamente los 200 km/h, mientras las marejadas alcanzaban una altura colosal, barriendo los tramos costeros sur y este, comprendidos entre Caleta de Carapachibey y Punta del Este; y entre Punta del Este y Playa Bibijagua. Gran parte del islario de los Canarreos quedó temporalmente bajo el mar. En Nueva Gerona, 90% de las edificaciones quedaron destruidas.
El meteoro penetró en la isla de Cuba por un punto al oeste de la ensenada de Majana, y salió al mar por las inmediaciones de Mariel. En la costa sur la marea de tormenta arrasó varias localidades y avanzó hacia el interior. En las playas de Guanimar, Cayamas, Surgidero de Batabanó, Mayabeque y Rosario se reportaron grandes daños humanos y materiales por la inundación litoral. Se dijo que en algunos puntos el mar llegó hasta 10 kilómetros tierra adentro, y que la altura de la marea alcanzó entre cuatro y seis metros. Los poblados de la playa y Boca del Cajío fueron barridos por el mar, y no quedó ni una vivienda en pie. Perecieron allí 30 personas.
Un barógrafo situado en el central Mercedita (después Augusto César Sandino), cerca de Cabañas, registró la presión mínima conocida sobre Cuba para este huracán: 937 hPa. Mientras, cincuenta y cinco kilómetros al este de esa localidad, el anemómetro de presión y succión, modelo de Dines, emplazado en el Observatorio Nacional, registró una racha máxima de 262 km/h, al tiempo que la plumilla del barógrafo gran modelo de Richard, trazaba una “V” hasta llegar a 965 hPa. Según el estudio realizado a posteriori por los meteorólogos cubanos José Carlos Millás y Roberto Ortiz, el viento en La Habana se mantuvo una hora y quince minutos por encima de 224 km/h; y dieciocho horas sobre 90 km/h. Debemos recordar que el centro del sistema estuvo siempre al oeste de los observatorios habaneros, Nacional y de Belén, y de la estación meteorológica muy bien instrumentada y confiable, establecida en Cojímar por Ortiz.
En el huracán de 1944 las lluvias fueron escasas, por ello las inundaciones en cuencas interiores no resultaron significativas; esto redujo en alguna medida la magnitud de su impacto en la agricultura. Pero en la capital y en otras poblaciones, los derrumbes causaron gran cantidad de muertes, y las redes hidráulicas, de energía y de comunicaciones sufrieron severos daños. Las cifras finales recogidas en los informes oficiales totalizaron 319 víctimas fatales, mientras que las pérdidas económicas fueron evaluadas en 40 millones de pesos. Hoy, teniendo en cuenta los incrementos relativos a la inflación, esa cantidad equivaldría a unos 590 millones de pesos.
Esperemos que huracanes como este no se repitan en el futuro, y solo queden en la memoria de nuestra Ciudad.
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