ONU: se impone el multilateralismo
3 de octubre de 2019
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El segmento de alto nivel del 74 período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, recién concluido, sirvió para confirmar que el mundo multipolar avanza en el planeta y que, de una u otra manera y con las particularidades de cada cual, va prevaleciendo una aspiración universal de justicia, igualdad y soberanía y que suman absoluta mayoría los que están decididos y dispuestos a defender esos principios.
La totalitaria y ridícula consigna de “América first” lanzada por Donald Trump se desvanece y se muestra imposible de aplicar en un mundo que es multipolar, pero que a la vez se agrupa alrededor de ideas comunes como la solidaridad, la cooperación sincera y el respeto mutuo.
En el actual período de sesiones de Naciones Unidas se evidenció como pocas veces con anterioridad esta realidad, abarcando no solo a las regiones menos desarrolladas del llamado Tercer Mundo sino comenzando a extenderse a otras latitudes consideradas hasta ahora más favorecidas, como las que disfrutaron durante siglos de la explotación colonial.
Se abre paso la conciencia de que el modo de producción capitalista y su más aberrante versión, la globalización neoliberal, agudiza y agrava los más acuciantes problemas de la humanidad, encabezados hoy por el cambio climático, los peligros de guerra nuclear y el irrespeto a las soberanías nacionales.
En ellos lleva la voz cantante el gobierno imperialista de Estados Unidos (Administración Trump), que pretende imponer a base de sanciones enloquecidas y absurdas, amenazas y guerras sus anacrónicos criterios unipolares en violación flagrante de toda la legislación internacional existente y muy especialmente de la Carta de las Naciones Unidas.
No es casualidad que en ninguna de las intervenciones del segmento de alto nivel, con excepción del impresentable Bolsonaro, nadie haya asumido la defensa o la justificación de las bárbaras políticas imperiales de hoy, quedando Trump y su vasallo en el más total aislamiento y descrédito.
El multilateralismo -que no es más que “el equilibrio del mundo” proclamado por José Martí-, avanza no sin escollos pero va imponiéndose progresivamente y ante esa realidad imbatible el imperialismo norteamericano en decadencia se vuelve más soberbio y agresivo, se hace más peligroso, y solo lo detiene saber que un final apocalíptico sería igual para todos.
Los sueños imposibles del “fin de la historia” quedaron atrás definitivamente: el 74 período de sesiones de la Asamblea General así lo ha confirmado.
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