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Realidades para no olvidar

1 de agosto de 2019

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Las Naciones Unidas han identificado muchos hechos mundiales con un día determinado, al que se supone se recuerde y sirva de reflexión para la humanidad y las instituciones internacionales.
Así acaba de pasar con el Día Mundial contra la trata de personas, que este 30 de julio tuvo su recordación, más que todo para pasar revista a un fenómeno, penoso y aberrante, que causa cada año miles de personas sometidas a la esclavitud, jóvenes y casi niñas llevadas a ejercer la prostitución, e, incluso, los que aun siendo niños son contratados como soldados en las muchas guerras que proliferan por los distintos continentes.
Hay un reporte de CNN en español que se refiere a cinco revelaciones sobre la trata de personas en Sudamérica.
Destaca la referida televisora, que « falta mucho por hacer para llevar a las redes transnacionales de trata ante la justicia y, sobre todo, para asegurarse de que se detecta e identifica a las víctimas y de que estas pueden acceder a la protección y los servicios que precisan», refiriéndose al portal de noticias de la ONU.
Un primer elemento expuesto es que en el caso de Sudamérica, la mayoría de las víctimas de la trata son mujeres, de ellas un 31% son niñas menores de edad.
Otro dato, el 58% de las víctimas detectadas son explotadas sexualmente: 96% de ellas son mujeres, y el 32% son obligadas a trabajos forzados.
Respecto a Europa, los informes recogen que la trata de personas es uno de los negocios ilícitos más lucrativos en el Viejo Continente, donde los grupos criminales obtienen beneficios de 3 000 millones de dólares.
Se expresa que unas 140 000 mujeres en naciones europeas se encuentran atrapadas en una situación de violencia y degradación por motivos de explotación sexual, y una de cada siete trabajadoras sexuales han sido esclavizadas en la prostitución a consecuencia de la trata de personas.
Hoy en día, cuando vemos las imágenes de los miles de emigrantes africanos que se lanzan a la mar en frágiles embarcaciones, con el deseo de llegar a Europa, una verdad más grande que el hecho mismo de emigrar, acompaña esta pesadilla que también afecta a América Latina, fundamentalmente a lo largo de toda la frontera con Estados Unidos.
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, ha clamado por una protección internacional a esos emigrantes y refugiados, muchas veces víctimas de la trata de personas.
No en pocas ocasiones aparecen en los medios internacionales los testimonios de personas, centroamericanos en su mayoría, que en el largo tránsito entre sus países y la frontera sur de Estados Unidos con México, han sido víctimas de la extorsión, la prostitución obligada, y otras formas de explotación, por parte de bandas de maleantes que han hecho de la práctica de la trata, un modo de enriquecimiento.
Según la revista Sputnik, que cita a Naciones Unidas, se estima que unos 2,5 millones de personas son víctimas de la trata, aunque se calcula que por cada víctima identificada, hay 20 más sin identificar.
Los expertos coinciden en afirmar que las causas fundamentales del flagelo de la trata de personas las constituyen la pobreza, los conflictos armados y la crisis económica que afecta, principalmente, a las naciones del Tercer Mundo.
Son estas, realidades que no pueden recordarse solo un día cada año, sino que deben formar parte de la agenda para eliminar sus causas, en el diario devenir de la sociedad y sus instituciones.

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