Sin respiro
29 de julio de 2019
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Aunque la mayoría de los legisladores pertenecen al partido en el poder, el Parlamento haitiano no aprobó el programa del primer ministro, Fritz William Michel, el cuarto nombrado por el presdente Juvenal Moise en poco más de un año para controlar las continuadas manifestaciones que piden surenuncia, acusándolo de haber agravado la crisis socioeconómica que atraviesa el país más pobre delcontinente.
El inicio de las actuales demostraciones se remonta a junio del 2018, cuando los haitianos salieron a las calles para protestar contra el aumento en los precios de la gasolina y el kerosene, una medida acordada en febrero entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La situación provocó la renuncia del entonces primer ministro, Jack Guy Lafontant. En agosto, el presidente Jovenel Moise designó al notario y excandidato presidencial Jean-Henry Céant como reemplazo.
Pero a pesar de tratar de pavimentar el trámite parlamentario con los presidentes del Senado, Carl Murat Cantave, y de la Cámara de Diputados, Gary Bodeau, tampoco fructificó el mandato de Ceant, por lo cual Moise designó en abril último a Jean Michel Lapin como nuevo primer ministro.
Lapin ocupaba el cargo de forma interina desde la destitución de Ceant y su nominación debía ser ratificada por ambas cámaras del Parlamento, cuestión que no sucedió, porque no fue aprobado su plan de trabajo
Ahura con Michel la cuestión sigue igual, por lo que se espera su renuncia en las próximas horas.
De tomas maneras, manifestantes y gan parte de los parlamentarios exigen la renuncia de Moise, a quien acusan de corrupción, entre esto el desvío de recursos millonarios para la atención al pueblo y la desaparición de por lo menos 2 000 millones de dolares de la ayuda prestada por Venezuela a Haití mediante su programa de suminstro de carburante.
CADA VEZ MÁS GRAVE
Lo antertor ha provocado un fuerte dasabastecimiento energético, una inflación del 17 % y la caída de valor del gourde, la moneda nacional, frente al dólar.
Pese a las reiteradas llamadas al diálogo por el gobierno y de la comunidad internacional, un sector de la oposición, que goza del apoyo popular, continúa demandando que Moïse abandone la Presidencia como un primer paso para sentarse a debatir.
Hasta el momento, más de 50 personas han fallecido a causa de la represión policial, en tanto algunas embajadas anunciaron la evacuación de su personal diplomático.
Todo lo anterior refuerza la noción que Haití sigue siendo un país intervenido, víctima de los abusos de misiones internacionales desde el 2004, entre ellas la Misión de las Naciones Unidas en Haití (Minustah). De hecho, tras el terremoto del 2010, se desató una epidemia de cólera que fue introducida por soldados nepaleses, integrantes de los cascos azules.
“La Minustah es la fuerza de ocupación que tiene como objetivo garantizar la estabilidad institucional al servicio de las transnacionales y un modelo de explotación de las riquezas naturales haitianas”, aseguró el periodista Fernando Vicente Prieto, quien añadió que la presencia de los cascos azules también favorece a “las ONG que son las que canalizan los fondos de ayuda supuestamente humanitaria”.
El dirigente campesino haitiano Jean-Baptiste Chavanne explicó, por su parte, que el país es “totalmente dependiente de la ayuda internacional, de una parte de los gobiernos imperialistas y de las instituciones financieras internacionales”. Indicó que se trata de una crisis estructural “del sistema capitalista y del tipo de gobierno de Haití”.
No obstante, miles de dólares provenientes del exterior no llegan a la población y se quedan en manos de contratistas, agencias civiles y militares extranjeras. Tal es el caso de la Fundación Clinton acusada en varias oportunidades de cometer crímenes financieros con los 30 millones de dólares recaudados para el fondo de recuperación de Haití.
“Los gobiernos pasados han privatizado todo. Ahora el plan es la privatización total, hasta los servicios como la salud y la educación”, añadió Chavanne.
En medio de todo esto, el presidente Moise ha seguido llamando al diálogo para restablecer el orden, que de lograrlo, sin solucionar la actual situación, será efímero.
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