En espera de los Panamericanos
18 de julio de 2019
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Muy recientemente comentábamos sobre las amenazas medioambientales que penden sobre la población indígena de Perú, cuestión echada a un lado o por las autoridades competentes, que sólo tienen atención para la próxima celebración de los Juegos Panamericanos y el presunto desarrollo económico de proyectos que el Estado tiene en cartera con empresas extranjeras.
Pero mientras lo anterior se desarrolla en regiones alejadas de la capital, en zonas donde confluyen grandes ríos, también existe el drama de la pobreza que se cierne sobre gran parte de la población y, principalmente, de las muchas personas que dependen de la basura para su subsistencia.
Cuenta Reuters que en medio de la fetidez y el humo que emana de una pila de basura quemada, las hermanitas Katy y Carol Cuba hurgan con sus pequeñas manos entre cúmulos de desechos en busca de botellas de plástico o vidrio para reciclar, en una de las más descarnadas postales de la pobreza en Perú.
Unos metros más allá, un camión de basura descarga en la parte trasera de la casa de las niñas una montaña de desperdicios, que ellas removerán, expuestas al peligro de pincharse con agujas o cortarse con vidrios rotos, pero que es la única forma como pueden ayudar a su madre a sostener el hogar.
“Varias veces me he hincado”, cuenta Carol sonriendo, mientras recoge dos pequeñas jeringas sin agujas, provenientes de desechos de hospital. “Una vez me corté y me reventaron las venas”, agrega candorosamente esta niña, rememorando la ocasión en que se hirió el pie con un vidrio roto.
Carol, de ocho años, no recuerda desde cuándo ayuda en esa tarea a su mamá Enriqueta Ramos. Cuando ella era una bebé, Ramos se vio obligada a dedicarse al reciclaje de basura, al quedarse sola después de que su esposo fue encarcelado por tráfico de drogas.
“Ramos, de 35, y sus hijos viven en un paupérrimo barrio marginal llamado Valle Sagrado, ubicado en un desértico paraje de cerros áridos, donde el grisáceo cielo del húmedo invierno limeño ahonda la sensación de tristeza de esta zona del distrito de Caraballo, uno de los más pobres de la capital peruana” destaca la agencia británica de noticias.
Ahora, hasta la atención de estos seres marginados en los hospitales está medio vedada, por falta de recursos y los bajos salariales que recibe el personal médico, que lleva dos semanas en huelga y ha sido reprimido salvajemente por las fuerzas policiales.
En fin, la pobreza inunda a la nación que posee grandes riquezas minerales y naturales, que se conoce mundialmente por la alta calidad de su oro.
Pero todo esto tiene sin cuidado a habitantes de barrios como el llamado Las Lomas de Caraballo, donde unas 35 000 familias en situación de extrema pobreza, sin servicios de agua y desagüe, tienen como su principal fuente de ingresos el reciclaje de basura.
Porque para muchos gobiernos les es más factible hacer o simular la guerra al narcotráfico, y no a la pobreza, manteniendo vivo el negocio de la miseria.
Por eso, y aunque quizás muchos no lo entiendan, cada vez más gente vive en basureros, donde nadie los ve, o nadie los quiere ver.
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