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Lázaro Cárdenas

3 de julio de 2019

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El ex presidente mexicano Lázaro Cárdenas llegó a La Habana el sábado 25 de julio de 1959. La fecha del arribo era significativa, pues en la tarde del día siguiente se celebraría una gigantesca concentración campesina conmemorativa del ataque a los cuarteles de Santiago y Bayamo. La acción, ejecutada en 1953, se festejaba nacionalmente por vez primera, por cuanto la Revolu­ción había triunfado solo siete meses atrás.

En la mañana del 26 de julio, el visitante asistió temprano a presenciar el desfile militar por el Paseo del Prado, frente al Capitolio Nacional; después observó los ejercicios bélicos en el malecón habanero y al mediodía compartió junto a muchos un pedazo de sol en la tribuna de la entonces aún denominada Plaza Cívica.

Invitado especial del gobierno, Lázaro Cárdenas se dirigió a la multitud. Dijo así:

“Creemos que en la raíz de cada pueblo hay impulsos propios capaces de llevar adelante sus luchas con sus características peculiares. Las revoluciones ni se exportan ni se importan, por eso pedimos y guardamos el mayor respeto para las decisiones de cada pueblo”.

Cárdenas permaneció en Cuba cuatro días, plenos de compare­cencias, invitaciones y actos. El 27 de julio de 1959 ofreció una conferencia de prensa en el hotel Havana Hilton, es decir, cuando todavía no era Habana Libre. Lo acompañaba su hijo Cuauhtémoc. El expresi­dente se lamentó del poco tiempo de su estancia, que le imposibilitaba recorrer el país todo.

Cárdenas partió por avión el 29 de julio. Por aquellos días miles de campesinos del interior de la república invadían las calles capitalinas, entraban a los hoteles más lujosos, asomaban sus ojos al mundo elegante y desconocido de las residencias, restaurantes, tiendas, cines y teatros. Como, además, la Reforma Agraria era tema constante de discusiones, se adoptó la decisión de darle una sorpresa en el sencillo acto de despedida. Junto a los embajadores de México y de Cuba, al pie de la escalerilla, lo aguardaba un auténtico guajiro, quien le dijo:

“En nombre del campesinado cubano le doy las gracias por haber venido a nuestra concentración”.

Durante su mandato, Cárdenas emprendió una revolución agraria que dio tierras a un millón de campesinos, desarrolló planes para el aprovechamiento de la energía hidráulica y el fomento de los regadíos, combatió el latifundio. Pero hizo más: promulgó en 1938 el Decreto de Expropiación de la Industria Petrolera, o sea, la nacionalización del petróleo mexicano.

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