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La antigua Casa del Timbre

10 de abril de 2019

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La Casa del Timbre, 1912

La Casa del Timbre, 1912

 

En 1912 José López Rodríguez –dueño y fundador de La Moderna Poesía–, abrió la Casa del Timbre de Cuba para la impresión de sellos, bonos, billetes y cuantas impresiones se hacían en su homónima de Washington. Para esto contó con la ayuda del director de la Casa de la Moneda de esta ciudad norteamericana. Con el fin de albergar esta institución, Pote construyó en solo seis meses un edificio especialmente dedicado a esos trabajos en la calle Bernaza esquina a Obrapía. Calificado por la revista El Fígaro como “admirable instalación”, estaba fabricado a prueba de fuego y dotado de cuantos detalles exigían entonces los adelantos de la industria. Se edificó a un costo de más de 300 000 dólares.

 

La Casa del Timbre, 1912

La Casa del Timbre, 1912

 

En un inicio contó con dos niveles, pero en 1913, Pote –como se le conocía a López–, solicitó licencia para construir un tercer nivel con el objetivo de dar mayor amplitud a los talleres de la Fábrica de Sellos, Timbres y Títulos del Estado que para el mismo confeccionaba el empresario gallego, “cuya manipulación demanda la mayor seguridad y área por lo que se proyecta un salón diáfano y continuo, sin dividentes ni tabique alguno, con dedicación absoluta a la labor del obrero”, según se expresaba en la memoria de las obras. La dirección facultativa corrió a cargo del arquitecto M. Guerra.

 

La Casa del Timbre, 1912

La Casa del Timbre, 1912

 

Todo el edificio se construyó de hormigón armado, placas monolíticas, muros de piedra y ladrillo, y pisos de lozas de cemento comprimidas.

En la planta baja del inmueble se instalaron cuatro modernas máquinas para la impresión de las planchas que, dotadas de movimientos rotativos de avance lateral y vertical, podían realizar en un pequeño espacio todas las operaciones del entintado, limpieza e impresión de planchas. Una amplia escalera conducía al salón alto, en donde estaba el taller de engomar, conformado por dos largas máquinas de cilindro que distribuían la goma y llevaban las hojas entre dos tubos de vapor que las secaba en poco tiempo. En ese mismo salón se instalaron las máquinas perforadoras y la gran caja de hierro para guardar las planchas de acero ya grabadas y los sellos ya impresos y listos para su entrega al Gobierno.

 

La Casa del Timbre, 1912, 4 (Medium)

La Casa del Timbre, 1912

 

La mayoría de los trabajadores eran mujeres de todas las razas, y según El Fígaro “aunque la Casa del Timbre no tuviera más mérito que el de contribuir a que más de cien mujeres libren honrada y denodadamente su subsistencia, sería eso suficiente para que entonáramos un ardiente himno en loor de la nueva Institución que ha instalado López”. En realidad, empleando a mujeres Pote ganaba prestigio social y político al no discriminar sexualmente en el otorgamiento de puestos de trabajo, pero también obtenía jugosas ganancias pues las mujeres recibían un salario menor al de los hombres, lo cual abarataba el costo de producción.

 

La Casa del Timbre, 1912, inauguración

La Casa del Timbre, 1912, inauguración

 

La Casa del Timbre fue inaugurada en marzo de 1912 con la presencia del Presidente de la República José Miguel Gómez (1908-1912), el director de la Casa de la Moneda de Washington, el propio Pote, y otras personalidades de la época. Entonces se develó una tarja para conmemorar la fundación de esta primera fábrica de grabados de acero en Cuba, la que aún hoy se encuentra en la fachada del edificio.

 

Tarja

Tarja

 

El director de la Casa de la Moneda de Washington permaneció en Cuba hasta que la nueva instalación comenzó a funcionar, quedando como director facultativo del establecimiento otro experto, también de la Casa de la Moneda de aquel país, quien debía enseñar a los obreros cubanos las técnicas de impresión y luego entregar la dirección de la casa al trabajador que más descollara entre ellos.

 

La Casa del Timbre en la actualidad

La Casa del Timbre en la actualidad

 

La antigua Casa del Timbre, aún entre el polvo y las yagrumas que se han apoderado de ella, sorprende en la estrecha esquina de Bernaza y Obrapía por su imponente estructura. Su fachada se resolvió mediante el orden de vanos continuos y simétricos, separados por pilastras dóricas que, además de formar una hermosa composición, proveían a la industria original la luz y el aire necesarios. Destaca la excelente factura de sus rejas fundidas que devienen, por la belleza y transparencia que otorgan al edificio, diseño esencial del mismo.

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Comentarios



Maria Eugenia Sanchez / 10 de abril de 2019

Nos gustaria que el articulo completara la informacion de si existe algun proyecto de restaruracion para este edificio. Me parece que es dificil que al menos no exista la idea de un uso futuro en esa zona