José Martí y sus valoraciones en torno a la labor de los escritores
6 de febrero de 2019
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José Martí además de relevante organizador de la guerra necesaria por la independencia de Cuba fue un hombre que se destacó en el campo de las letras puesto que creó múltiples poemas, varias obras de teatro, una novela y ejerció durante años el periodismo. Y Martí le atribuyó un gran significado al hecho de escribir y a la utilización adecuada de las palabras.
Para él la dote suprema en el arte de escribir es la de ajustar la forma del pensamiento.
También manifestó que entendía por escribir la lengua, domada por el pensamiento, como la silla cuando la monta el jinete.
Esto aparece reflejado en unos apuntes que están recogidos en el tomo 22 de sus Obras Completas en los que igualmente precisó que todo el arte de escribir es concretar.
Comentó además que los mejores escritores cuando no escriben todos los días, usan más palabras de las necesarias y añadió que el mérito mayor del estilo es no usar palabra que no sea indispensable y así se ve de realce toda la fuerza y belleza de lo escrito.
Acerca de este tema también reflexionó en el prólogo que escribió al libro El poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde, en el que enfatizó: “… no hay placer como este de saber de dónde viene cada palabra que se usa, y a cuanto alcanza; ni hay nada mejor para agrandar y robustecer la mente que el estudio esmerado y la aplicación oportuna del lenguaje.”
Martí igualmente opinó acerca de lo que experimentaba al escribir y como debía hacerse esa labor. Por ejemplo en una carta enviada a su gran amigo mexicano Manuel Mercado, fechada en Nueva York el 11 de agosto de 1882, aseguró que fortalecer y agrandar vías constituía la faena del que escribe y en uno de sus trabajos periodísticos, en este caso en el publicado en la sección Cartas del periódico La Nación, de Buenos Aires, en su edición correspondiente al 11 de enero de 1885, señaló: “No se ha de escribir para hacer muestra de sí y abanicar como el pavón la enorme cola, sino para el bien del prójimo, y poner fuera de los labios, como un depósito que se entrega, lo que la naturaleza ha puesto del lado adentro de ellos.”
Martí dijo que un escritor era como una especie de salvador según expresara en otro de sus trabajos en La Nación, de Buenos Aires, Argentina. Él destacó además en la revista que especialmente creara para los niños, La Edad de Oro, que se editó entre julio y octubre de 1889 en Nueva York, que para escribir bien de una cosa hay que saber de ella mucho.
Igualmente precisó el concepto que tenía sobre el hecho de escribir y lo que esto representaba en un comentario al libro Tipos y Costumbres bonaerenses de Juan Piaggio, reflejado en El Partido Liberal, de México, el 3 de octubre 1889.
En esa ocasión planteó lo siguiente: “Escribir no es cosa de azar, que sale hecha de la comezón de la mano, sino arte que quiere a la vez martillo de herrero y buril de joyería; arte de fragua y caverna, que se riega con sangre, y hace una víctima de cada triunfador; arte de cíclope lapidario.”
Martí supo concederle un significado extraordinario a la palabra y utilizarla adecuadamente tanto en sus funciones como orador y periodista y también como poeta y escritor en sentido general.
Él no escribió por el mero placer de crear obras sino que de manera esencial concibió el hecho de escribir como una forma de ser útil a los demás y como una vía adecuada para reflejar lo que se experimentaba.
Y en forma metafórica me parece que esto se resume en una breve pero elocuente frase que detalló en un artículo titulado Patriotismo, reflejado en Patria en la edición del 28 de noviembre de 1893, en el que expresó que escribir es servir.
Desde que era muy joven Martí puso de manifiesto sus inquietudes como escritor y el compromiso que sentía con la causa de su tierra natal.
Ya desde que estaba próximo a cumplir 16 años, al escribir su primer trabajo de carácter político en El diablo cojuelo detalló lo que experimentaba al escribir para público en específico.
Él manifestó: “Nunca supe yo lo que era público, ni lo que era escribir para él, mas a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca tuve tampoco miedo de hacerlo.”
Martí durante su breve pero fecunda existencia escribió varias obras de teatro y una novela, editó dos libros de versos así como elaboró otra gran cantidad de poemas. Y sobre todo llegó a elaborar trabajos para diversas publicaciones y hasta creó y dirigió primero la revista La Edad de Oro y años después el periódico Patria.
La poeta y ensayista Fina García Marruz resaltó la trascendencia de Martí como escritor y la correspondencia plena con su modo de actuar en forma cotidiana y sus principios.
Ella planteó: “Sólo a la luz de esta identificación de vida y poesía puede entenderse la poesía y la vida de Martí. No es posible separar en él al hombre de palabras y el hombre de actos, cuando el sentido de su vida y su originalidad literaria radican en el milagro de esta coincidencia: la palabra, llena de la majestad del acto, el acto, de la palabra. De aquí que pusiera en su misión histórica la carga afectiva que otros ponen en lo personal, el cuidado artístico que otros relegan al arte. De aquí también que más que el patriota que se reverencia o el artista que se admira, sea Martí, sobre todo, uno de los hombres más amados por cuantos lo han seguido de cerca. Su vida, que fue como él dijera alguna vez, la del servidor más apasionado que pudieran encontrar los hombres, impresiona una obra de arte.”
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