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Auge y expansión de los chalecos amarillos

10 de febrero de 2019

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El movimiento de los llamados “chalecos amarillos”, que desde hace varios meses conmueve a Francia –despertando la sorpresa de ese país, de Europa y del mundo– parece haber entrado en una nueva fase de auge y expansión tras una etapa inicial que, si bien fue masiva e incontrolable, mostraba signos ideológicos a ratos dudosos o incomprensibles en sus métodos.

Hubo quienes no dejaban de señalar eventuales coincidencias con algunos elementos de la extrema derecha –cercanos al Frente Nacional de Marine le Pen, y agregaban a sus sospechas el hecho de que tales estallidos se produjeran en momentos en que arreciaron al menos en apariencia, las contradicciones entre el presidente francés Emmanuel Macron y su colega yanqui Donald Trump.

Resultó notoria también en los primeros momentos la ausencia de las principales centrales sindicales y los movimientos est5udiantiles, ambos sectores con larga tradición de lucha popular en Francia, lo cual contribuiría a aumentar la confusión y las dudas acerca de los verdaderos orígenes y propósitos de las citadas protestas, violentamente reprimidas por la policía.

No es menos cierto que los protestantes, por su parte, esgrimían  consignas de beneficio social, contra la explotación capitalista, rebaja de impuestos a los más vulnerables y otras demandas antineoliberales, lo cual hacía crecer el desconcierto sobre los “chalecos amarillos”, que en un principio se nutrieron de los pequeños propietarios transportistas y taxistas, hartos del aumento del precio de los combustibles.

En los últimos días, sin embargo, se ha conocido de la incorporación de importantes sindicatos y sectores políticos de la izquierda al movimiento de los “chalecos”, que no cesa y se amplía cada sábado, día en que concentran sus fuerzas y demandas no solo en París, sino en otras ciudades francesas.

El gobierno de Macron convocó a un diálogo que fue rechazado por los protestantes, quienes exigen previamente el cumplimiento de sus demandas iniciales antes de sentarse a negociar con el régimen imperante y poder llegar a un arreglo siquiera transitorio.

Paradójicamente, este mismo gobierno prepotente, injerencista y absurdo, le exige al gobierno constitucional de Venezuela que adelante la fecha de las elecciones presidenciales en ese país.

Tras varios meses de acciones sostenidas los “chalecos” reciben ahora el refuerzo y apoyo de sectores sindicales y de estudiantes, lo cual permite avizorar un fortalecimiento de la creciente protesta social, cuya solución debe buscar el gobierno en la mismísima Francia y no en la lejana Venezuela.

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