A propósito de Davos
22 de enero de 2019
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Leía diferentes despachos noticiosos relacionados con el inicio del Foro de Davos, en la gélida ciudad suiza del mismo nombre, y comprobaba que lo “más importante” en el contexto mediático, es que falten a esta cita los presidentes de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y China.
Sin dudas, se trata de los pesos pesados de la economía mundial, cada uno con sus problemas –graves, por cierto–, optaron por mantenerse en sus países.
Esa era la noticia más difundida este comienzo de semana, seguida de los acontecimientos en Venezuela, el atentado en Colombia y otros conflictos, no precisamente en naciones frías.
En medio de esa avalancha informativa, encontré un comentario del 20 de enero, que tiene que ver con la cara opuesta de Davos, con el hambre y la pobreza en el mundo, fundamentalmente en África.
Comienza así: «Mientras las potencias económicas discuten multimillonarios programas de salvamento financiero para sus Estados, y florecen los súper millonarios y la concentración de riquezas en pocas manos, se extiende la pobreza mundial y en el llamado Cuerno de África –Somalia, Kenia y Etiopía– se vive una grave hambruna que, según la ONU, tiene en riesgo la vida de cerca de 10 millones de personas. No obstante, nadie habla de esta catástrofe humanitaria».
También se trata de países como Senegal, Malí, Mauritania, Guinea, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, Yibutí, Eritrea y Sudán, entre otros, donde, según la funcionaria de Unicef, Mia Cox, en torno a los cuales hay una impavidez de la comunidad internacional.
Al respecto, la ONU ha divulgado que con menos del 1% de los fondos económicos que han utilizado los gobiernos capitalistas para salvar sus bancos y empresas que han desatado la crisis, se podría resolver la calamidad y sufrimiento de miles de millones de personas (casi la mitad de la población mundial) que son víctima del flagelo del hambre.
Al respecto, la propia ONU advierte que en el mundo hay más de1000 millones de seres humanos que padecen hambre crónica, la cifra más alta de la historia, y en todo el planeta hay más 3 000 millones de pobres y desnutridos, lo que representa casi la mitad de la población mundial.
Según la FAO, con 44 000 millones de dólares se resolvería el problema del hambre en el mundo. Esa cifra equivale al 66% de la fortuna de Bill Gates, el hombre más rico de la Tierra.
Un dato curioso. Si ese señor se quedara con 16 000 millones de su capital y donara el resto en el noble propósito, se acabaría el hambre.
La propia FAO en sus reuniones ha usado un spot publicitario que dura seis segundos y advierte que en ese tiempo un niño ha muerto de hambre; por lo que, durante el día que sesionó la Asamblea Mundial sobre Alimentación, el flagelo del hambre mató a 17 000 seres humanos.
Esa triste realidad, estoy seguro, no es tema en la agenda de la reunión de Davos, donde los más poderosos concentrarán sus discursos en fortalecer al sistema capitalista, salvar los bancos que puedan estar en crisis y estimular a las empresas, sobre todo transnacionales, para que sigan fomentando la riqueza para unos y el hambre para la mayoría.
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