Morí en el Mediterráneo
11 de enero de 2019
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Hace tres años la imagen de un pequeño cuerpo inerte movido por las olas en una playa turca conmocionó al mundo. Fue más convincente que declaraciones y alertas de organizaciones humanitarias para dar a conocer el peligro que corren los migrantes.
Era el niño sirio Aylan Kurd, quien perdió la vida cuando acompañaba a sus padres en viaje hacia la esperanza de una nueva vida. Su muerte lo convirtió en el rostro de los miles de infantes que junto a sus mayores intentan cruzar el Mediterráneo.
Unos escapan a los conflictos armados, casi siempre impuestos por potencias extranjeras que buscan obtener beneficios con la “ayuda humanitaria”. Otros buscan trabajo, huyen de bandas criminales o sencillamente de la violencia que los pone en peligro. Muchos tienen motivaciones económicas,
Pero otros escenarios son tan peligrosos como esa ruta marítima, como los desiertos, ríos y otros parajes en diversas partes del planeta que también amenazan a quienes buscan una solución a sus problemas.
La segunda semana de enero se dio a conocer en Ginebra que cerca de 5 mil personas murieron o desaparecieron en las rutas migratorias en todo el mundo durante el año recién concluido.
Este es el quinto año consecutivo en el que se supera el umbral de los 4 mil muertos, según dio a conocer el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Nunca se sabrán los muertos durante el viaje a través del desierto hacia esa ruta marítima o en la frontera entre México y Estados Unidos, constituyendo los principales focos de atención en cuanto a los migrantes.
No son datos completos, como tampoco lo fueron los más de 6 mil en 2017 y los 8 mil en 2016, aunque el Mediterráneo sigue siendo la ruta más peligrosa en el camino hacia Europa.
Nadie lleva la cuenta, decía un funcionario de Naciones Unidas porque si no se preocupaban por ellos en vida, menos lo hacen ahora. Es como si nunca hubieran existido. Una gran cantidad se ahogó, murió en un desierto o fue víctima de los traficantes de personas.
Siempre se habla de las olas de migrantes africanos en su intento por cruzar el Mediterráneo, pero no de otras olas que emigran a otros países africanos en busca de una mejor vida. Se calcula en 16 millones las personas que se han desplazado en tal sentido y cuando desaparecen no dejan rastros, sobre todo al intentar cruzar el desierto.
La OIM dice “que el desierto del Sahara bien puede haber matado más gente que el Mediterráneo. Nunca se sabrá a ciencia cierta. Es una región donde las fronteras no significan nada y los gobiernos no buscan a los desaparecidos.
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