“Las parrandas no las mata nadie”
27 de diciembre de 2018
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Fiesta y cubanía, luces por todas partes, música, noches sin dormir y la algarabía que no cesa. Así se vive en la región central de Cuba en tiempo de parrandas.
De acuerdo con el Museo de las Parrandas, el primero de arte popular en Cuba, estas festividades tienen su origen alrededor de 1820 en Remedios, cuando el sacerdote Francisco Vigil de Quiñónez reunió a varios niños para convocar a los ciudadanos a las Misas de Aguinaldo, celebradas del 16 al 24 de diciembre.
¿Logró su propósito el padre? A ciencia cierta se desconoce, pero ese gran alboroto evolucionó y trascendió como una de las tradiciones principales de la Isla. Luego las fiestas se expandieron a las demás comunidades de Villa Clara y a las provincias de Ciego de Ávila y Sancti Spíritus.
Cada año dos barrios de un mismo pueblo históricamente se enfrentan con congas, carrozas, bailes y representaciones de varias manifestaciones artísticas como la literatura, el teatro, la danza y el arte de la pirotecnia.
Al final los ganadores realizan un entierro simbólico a sus rivales. Los perdedores admiten su derrota y se preparan para la revancha.
Ahora el compromiso de sus hacedores con esta tradición es mayor. Las Parrandas de la Región Central de Cuba, no les pertenecen solamente a los cubanos, porque forman parte de la Lista Representativa del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, desde el 28 de noviembre de 2018.
Y por supuesto, en Remedios tuvo lugar recientemente un acto conmemorativo, a propósito de este trascendental aporte de la cultura nacional al mundo.
Parrandas: 100 % de originalidad
En un encuentro con la prensa, los presidentes de los barrios hablaron de cómo organizan y conciben las parrandas y dejaron bien claro su inmortalidad: “no las mata nadie”.
Aunque los objetivos son los mismos, ninguna de las fiestas presenta iguales tradiciones. “Por ejemplo en Remedios — asegura Roberto Hidalgo Valdés, líder del barrio de Cantarrana perteneciente al poblado de Guayo — aparece la polka, el tamboril, lo cual no se ve en otros pueblos”.
“Nosotros tenemos las congas de origen africano”, afirmó. “En Guayo hay una fusión de la que hablaba Fernando Ortiz, pues un barrio está representado por Liborio y Maconcha (la negra africana), y el otro por el gallego y la china”.
Cada comunidad posee aportes específicos de varias regiones del mundo, que hacen su parranda única y especial. La exclusividad y originalidad está garantizada de principio a fin.
Tal es así que Hidalgo Valdés nos confirma la importancia del audio en Guayo: “queremos que suene más que en ningún otro lugar”, al igual que la locución, elemento incorporado gracias a Ramírez Cal, quien dio vida al arte de la animación en los festejos.
“En tiempos de parrandas somos enemigos”, admite con total seguridad y la certeza de que “al final quien gana es el pueblo”. Tanto es su pasión por esta tradición que las define como “las más importantes de América Latina, en estos momentos”.
Las razones sobre la ausencia de un jurado son explícitas: “el fanatismo no lo permite”, dice Hidalgo Valdés. “Cuando hay una diferencia bien marcada, lo reconozco. Como cantarranero, cuando el otro barrio gana, he admitido que la conga llegue a mi casa a las 6:00 a.m. a tumbarme las puertas. Los abrazo y recibo, pero nunca digo a la prensa mi derrota”.
Las parrandas se nutren, en buena medida, de personas con poco nivel cultural. Sus protagonistas (el pueblo) no necesitan grandes lecciones académicas. Ellos llevan en la sangre estas fiestas. Basta con visitar algunas de las comunidades para dar fe de la entrega con que los ciudadanos se involucran en sus celebraciones.
Otro de los beneficios es su carácter educativo. Allí los pequeños aprenden a modelar, a bailar, a realizar atrezos, entre otras labores.
Entre chivos y sapos: la noche entera de fiesta
De los históricos enfrentamientos entre los barrios de Guanijibes (los sapos) y La Loma (los chivos), ambos de Zulueta, poblado de Remedios, nos habla uno de los parranderos con mayor experiencia: Carlos Acevedo García, quien lleva 35 años al frente de los sapos.
Este parrandero aclara que en su tierra las fiestas comienzan el 31 de diciembre a las 5:30 p.m. aproximadamente y culminan cerca de las 6:00 a.m. Durante toda la noche y cada media hora, los barrios se alternan y muestran el trabajo artístico preparado durante el año para la ocasión.
En la madrugada existe un tiempo para las carrozas, verdaderas obras de arte para deleitarse ante tan minuciosa labor artesanal. Además, en Zulueta se caracterizan por tener gran exhibición en la pirotecnia. Con respecto al fuego, uno de los principales peligros en la velada, cuentan ahora con un equipo (no a mano) para trasladarlo.
Sin embargo, Acevedo García garantiza “que después que está en el tablero no ofrece peligro. Se enciende, sube y se acabó”. Comenta asimismo el entusiasmo de las nuevas generaciones para seguir adelante con la tradición: “no sabes cuántos muchachos van a mi casa pidiéndome pullover porque quieren tener lo suyo”.
En su intervención habló también sobre la necesidad de dirigir la pirotecnia en los municipios. “Aquí hay una cantera de jóvenes bárbara para eso. Si hay que pasar una escuela pues que la pasen”. Y recalca una vez más la importancia del fuego: “la parranda más linda que puede salir aquí en Remedios, si no hay fuego no sirve. Se puede hacer una encuesta a ver si lo que digo es así o no”.
“Nos está ayudando la policía —señala— hemos tenido reuniones para tratar de hacerlo todo con la mayor seguridad posible y cumplir con la ley. A veces algunos lo ven mal, pero lo hacen para cuidarnos, porque es verdad que no se puede tener un saco de mortero donde uno está tirando”.
En un segundo momento su oponente, el presidente de La Loma, confirma los lazos de amistad entre ambos, a pesar de la reñida competencia: “al final terminamos abrazados”. No obstante, expresa la importancia de la rivalidad “para que la parranda coja fuerza”.
Formar pirotécnicos: una necesidad
Hoy en día pocas escuelas enseñan este oficio. “En mi familia, comenta Víctor Díaz Acosta, presidente del Barrio los Chivos de Zaza, todos han sido pirotécnicos escondidos. Se metían en las naves y aprendían”.
“De los 50 que había en Zaza solamente quedan ocho. Mi pueblo tenía dos pirotécnicas. Se quedó con una. Dicen que la mejor de Cuba es la de allí, porque está preparada y certificada”, aseveró.
Durante el encuentro, Díaz Acosta reflexionó sobre un hecho incuestionable: “primero hicimos parrandas y después decidimos ir a la carga al machete”.
Posteriormente hizo una anécdota familiar, que dice mucho sobre la pasión de las parrandas: su esposa es del barrio contrario y su hijo, como fiel defensor de su pueblo, le dijo: “recoge y vete porque esta es la casa de los chivos”.
Ningún parrandero olvida por completo su linaje. El presidente de los Chivos de Zaza lo ratifica en sus palabras: “una persona está a 90 millas de aquí o en España y viene a ver su parranda. Es identidad de los pueblos”.
Los habitantes de la región central de Cuba sienten en las venas el llamado de la conga, la necesidad de tener una rivalidad amistosa con sus adversarios y el esperado triunfo: “Soy parrandero, mi hermano es parrandero, mi niño tiene ocho años y es parrandero”, sentenció Díaz Acosta, quien asegura tener buen apoyo del gobierno local.
Las mujeres también son parranderas
Como era de esperarse, las féminas no se quedan atrás en esta historia. En representación de los barrios de Puerto Arturo y La Campana, Milbia Silveiro, directora de cultura de Mayajigua, dio razones convincentes del carácter imperecedero de los festejos.
“Mayajigua es un ejemplo vivo de que, si la parranda no murió, agonizó por problemas internos. Alguna vez intentaron quitárnosla, pero no pudieron, porque ese espíritu está desde 1902”, explica.
Luego de siete años sin fiestas lograron revitalizarlas. Formar parte de la Lista Representativa de las Parradas de la Región Central de Cuba como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad les ha dado mucha fuerza.
Con o sin declaratoria, la velada es especial
El presidente de El Carmen, José Enrique, confirma la exclusividad de las parrandas, aunque no hubieran sido declaradas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. “De igual forma iban a ser especiales”, ratifica con seguridad absoluta.
Asumir la dirección de un barrio no es tarea fácil, aun cuando existen años de experiencia. Cada época es diferente y demanda nuevos desafíos. En ese sentido, el presidente de la comunidad debe representar a su gente a cabalidad.
“Una sociedad te elige y le tienes que rendir cuentas porque cuando no cumples te sacan”, sostiene.
El trabajo de plaza de El Carmen se distingue por ser excepcional, “con unos 30 metros de altura y diseños dinámicos que llevan hasta más de 15 mil bombillas (…). La música también es diferente, se sabe cuándo toca la trompeta de El Carmen y cuando es la de San Salvador”, manifiesta José Enrique.
Casi dos siglos llevan estas fiestas en pie como el más robusto de los árboles. Una tradición que nació para ser bandera de los pueblos. Somos Cuba, sinónimo de sol, playa, poesía, ron, tabaco, música y cultura sin límites. Si por casualidad hubiera dudas al respecto, lléguese a la Región Central de la Isla en tiempo de parrandas y encontrará respuestas.
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