Somos Fidel
23 de noviembre de 2018
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Dos años es tiempo razonable para evaluarnos. Cada uno indistintamente y todos de manera colectiva. Saber cuánto y cómo hemos cumplido con el compromiso firmado por los cubanos para hacer realidad el Concepto de Revolución, legado de Fidel y patrimonio inseparable para nuestro presente y futuro.
Si algo siempre hemos tenido en este tiempo es la presencia del Comandante en cada momento de nuestras vidas. Está allí en las obras que emergen. En los momentos adversos, cuando la naturaleza enfurecida arremete contra el hombre, que lejos de amilanarse, se crece. Está cada mañana en los matutinos de las escuelas. Subiendo o bajando la escalinata universitaria. Contento por la medalla obtenida por jóvenes estudiantes en alguna Olimpiada del conocimiento. Feliz por los logros en la ciencia, la producción de vacunas y otros medicamentos, en todos los casos una ciencia al servicio del ser humano.
También lo observamos contrariado por alguna obra mal terminada. Por lo que podemos y no hacemos para que nuestras ciudades estén más limpias y bellas. Por la falta de recursos para poder adquirir modernos medios para la salud.
Éramos cientos de miles, los que aquel 1ro. de mayo del año 2000, en la Plaza de la Revolución, escuchamos y aplaudimos su profunda reflexión.
Cada palabra impactaba y su mirada profunda acostumbrada a tener delante al pueblo, parecía penetrar en cada uno de nuestros corazones como inyección de fuerza, de perseverancia, de patriotismo, de seguridad en la victoria.
Recordemos: «Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo».
¿Y es que cumplimos cada día con este profundo postulado de Fidel ?
Pienso que en ese camino andamos y grandes batallas se libran. En primer lugar la ideológica, la de formación de valores, tan necesarios.
Hay logros incuestionables en la salud, la educación y otras esferas sociales. Sin embargo, todavía el tema económico sigue siendo una deuda, como lo es el desarrollo agrícola y ganadero.
No hemos cumplido mientras los precios de muchos artículos, necesarios para la vida diaria, sean exorbitantes, muy alejados del bolsillo de quienes menos salario reciben.
Se avanza en el proceso de inversión extranjera, como parte del concepto de Fidel de «cambiar todo lo que debe ser cambiado». También en sectores como el turismo. Pero la sustitución de importaciones solo se logrará cuando seamos capaces de producir bien y sostenidamente, repito, sostenidamente.
Vencemos cada año y cada día en la lucha contra el bloqueo. El mundo nos apoya y casi unánimemente vota a favor de Cuba, pero aún andamos con lastres burocráticos internos y falta de iniciativa, que añaden leña en este importante frente. Hay que cambiar la mentalidad –lo más difícil–. Cambiar para ser mejores.
Contento está el Comandante al saber que millones de cubanos –en algo inédito internacionalmente– han estudiado y aportado en el proceso de análisis del Proyecto de Constitución que en febrero próximo se votará en referendo.
Ejercicio de democracia por la que siempre abogó. Oír y respetar la opinión de todos, por diversas que sean, para hacer de la Ley suprema un garante de nuestro sistema y de nuestro pueblo.
Uno de los preceptos del Comandante, «ser tratado y tratar a los demás como seres humanos», es un llamado permanente, parte cotidiana de cada uno de nosotros si queremos construir un país mejor.
Por estos días, cuando el irrespeto y la falta de valores están de moda, lo mismo en el Gobierno estadounidense que en el brasileño, nos adentramos en el pensamiento del Comandante de «defender valores en los que se cree, al precio de cualquier sacrificio».
Los cubanos, médicos o de otras profesiones, hacen de esta concepción del líder una bandera en la solidaridad que practicamos sin precio alguno y sin jamás aceptar chantajes por parte de enemigos de nuestro país.
Solo así se alcanza ese estadío que nos pide Fidel de tener la «convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas».
Nuestro invicto Comandante resume el Concepto de Revolución recordando algo por lo que siempre luchó, tanto nacional como internacionalmente: «Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo».
Esas premisas deben ser parte de la agenda de vida diaria de cada cubano, de evaluación permanente, de corrección. Y para que no quepa duda, así es, y la dirección actual, la de la continuidad y la garantía, trabaja tesoneramente en ese objetivo. Todos debemos sentirnos parte y para lograrlo se hace imprescindible la participación, el trabajo y el esfuerzo mancomunado.
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