El campo de batalla de la desmotivación
9 de noviembre de 2018
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Cuando se habla de “energía” en términos de tener deseos de trabajar, de enfrentar las dificultades, de proponerse metas, de visitar amigos, ir de fiestas o cualquier otra actividad que va más allá de lo puramente físico y se necesita estar en buena disposición psicológica, en verdad de lo que hablamos es de “motivación”, que es el término correcto a usar y es un tema muy estudiado por la psicología por la importancia que reviste, por cuestiones obvias, ya que si no estamos motivados, difícilmente hagamos lo que debemos en la vida, por lo que nos sentimos sin deseos, desganados, sin metas.
Ahora bien, en el campo de la inteligencia emocional se le considera una competencia llamada “motivación de logro” que significa que las personas tengan orientación hacia la mejora de resultados para satisfacer criterios de excelencia y se entiende que es una cualidad personal. Sin embargo, hay una gran influencia social que alimenta o desnutre la motivación personal, porque si bien es cierto que no se puede desdeñar la capacidad para tener metas, fuerza para enfrentar los obstáculos, para encontrar en los recónditos lugares la luz que guía nuestras vidas, no es menos cierto que existe una motivación o desmotivación social que definitivamente influye en cada uno de nosotros, ya que ser optimista a ultranza puede ser un síntoma de inmadurez, de estar utilizando un mecanismo de defensa para no ver la realidad o de desequilibrio emocional.
Los elementos del entorno que alimentan nuestra motivación van desde lo físico, material, económico hasta lo más abstracto, subjetivo y personal. Veamos ejemplos: vivir en una casa en malas condiciones, pequeña, siendo una familia numerosa puede ser el factor que la limpieza e higiene no sea muy buena, porque por mucho que se esfuerce esa ama de casa, se verá fea y poco acogedora, sin contar la disfuncionalidad de la familia porque esas condiciones afectan las buenas relaciones interpersonales. Si –poniendo otro ejemplo– trabajamos en un centro donde hay injusticia, el trabajo está mal diseñado, se utiliza la ironía, críticas destructivas, el control es excesivo, se cambia la jerarquía de las tareas constantemente, se piden horas extras por culpa de lo anterior, y fundamentalmente, el jefe no es claro en lo que quiere y no distribuye bien las tareas, entonces resulta muy difícil ser un trabajador motivado.
En cuanto a las injusticias habría mucha tela por donde cortar porque va desde lo más sencillo hasta lo más grave, como beneficiar con un escritorio más cómodo, una oficina mejor ventilada hasta la clara y evidente postura injusta de sanciones y beneficios. Tener que llegar al centro de trabajo con el mismo ánimo que debe tener un guerrero al comenzar una guerra no solo es desmotivante, sino tan agresivo que aparece el estrés y las tan comunes enfermedades crónicas no transmisibles como las úlceras, la hipertensión arterial y también la generalización de los enojos, frustraciones a las demás áreas de la vida.
El tema de hoy es un poco “catártico” porque en mi trabajo hay una persona que ocupa un puesto de dirección y que es la antítesis del líder que debe motivar y hacer de la actividad laboral un placer, porque tiene evidentes incapacidades intelectuales y muchas frustraciones personales que trata de compensar con el terrible, enfermizo y destructivo método de crear un ambiente de miedo y de inestabilidad. Esta persona encuentra defectos constantemente y a la que –es una mujer– solo se le controla utilizando con ella métodos de mayor fuerza, o sea, atemorizándola y buscándole sus defectos y haciéndole ver que pueden ser usado en su contra.
Por lo que reconozco que mi habitual y muy elevada motivación personal anda bastante herida porque para mí el trabajo es un placer y la psicología es sagrada por lo que ando en busca de soluciones más sanas pues me niego a trabajar en un campo de batalla y tener que usar mecanismos que son lo contrario en lo que creo y promulgo. Así que me parece que es imperativo que de un buen curso de liderazgo y como debe ser un jefe de estos tiempos, a ver si logro ayudar en algo.
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