¿Dónde está Fidel?
22 de noviembre de 2018
|Daniel Ortega, comandante sandinista, presidente de Nicaragua, amigo de Cuba y de Fidel, preguntó reiteradamente aquella tarde noche en la Plaza de la Revolución: ¿Dónde está Fidel?
Para los millones de cubanos y de otras naciones que lo sabemos vivo, junto a nosotros y cada día con su corazón latiendo junto al pueblo, la respuesta fue unánime: Yo soy Fidel.
Y no se trataba de una arenga del mandatario nica que, junto a otros, amigos y admiradores del líder cubano, hablaron a una multitud triste por la pérdida física del Comandante, pero optimista por cuanto sabía y sabe que sus enseñanzas, su ejemplo, su ética, su humanismo y solidaridad humana no fenecieron este día aciago de noviembre del 2016. Se transformaba entonces hacia una dimensión mayor, a irradiar su ejemplo de soldado, de líder, de político, periodista, intelectual, curador de males de la vida y el alma sin haber obtenido título de médico.
En estos dos años, sabiendo que nos observa desde el interior de aquella piedra que lo preserva en su querida Santiago de Cuba, lo hemos sentido cerca, preguntando, sugiriendo, criticando, pero con el optimismo de siempre y su fe en la victoria.
Quizás por ello jamás conoció derrota alguna en su larga y fecunda vida. Se supo seguro en el Moncada y fue capaz de revertir el fracaso de la acción militar, en motivo para exponer a Cuba su Programa revolucionario, “La Historia me Absolverá”, que luego del triunfo de 1959, fue cumpliendo tal y como lo había previsto con la premisa fundamental que para la gran obra hacía falta, ante todo, la unión de todos los cubanos.
Luego del desembarco del Granma, otro revés, el de Alegría de Pío pero con la certeza de que la Revolución no estaba perdida. Doce hombres y unas pocas armas bastaron para inyectar optimismo en una tropa que crearía las bases para las nuevas batallas, las nuevas victorias y la consolidación de un Ejército Rebelde que, junto a los campesinos y el pueblo, siempre creyeron en Fidel.
La obra posterior fue la mayor. Y “la más difícil” como aseguró una vez ganada la última batalla en la sierra y el llano. La tarea era entonces, construir la Revolución con el aporte de todos.
Primero, como genio y estratega político que siempre fue, impregnó en cada una de las organizaciones y grupos que combatieron por la Revolución, la convicción de que solo la unión daría la victoria final en la batalla colosal que se iniciaba en el mismo 1959.
Nada fue fácil. Más bien fueron años difíciles, ya que el enemigo del Norte, una vez que comprobó que se trataba de una Revolución, emprendió todo tipo de medidas para doblegarnos y vencernos.
Bloqueo, quema de cañaverales, bombardeos continuos, suspensión de la cuota azucarera, preparación militar y financiera de grupos contrarrevolucionarios para que invadieran Cuba y una vez creada una cabeza de playa en Girón, desembarcar los yanquis para convertirnos en una neocolonia.
El Che, su comandante ejemplar, cuando salió a cumplir otras misiones en otras tierras del mundo, dijo en su carta de despedida que “nunca había brillado tanto un estadista”, como lo hizo Fidel con su genio militar y político, durante la llamada Crisis de Octubre.
En todos los años de construcción revolucionaria, concibió planes, ideó y creó un polo científico, seguro de que el futuro de este país tendría que ser de hombres de ciencia.
Creó escuelas, instituciones para la enseñanza especial, universidades como la UCI, para garantizar la fuerza humana que domine el ahora presente mundo de las tecnologías y la intercomunicación.
Siempre estuvo presente. Iba a los lugares sistemáticamente. Tocaba con sus manos cada detalle. Hablaba con obreros, campesinos, intelectuales, constructores, estudiantes, en fin, gozó de una capacidad de trabajo impresionante y de esa moral que solo la da el ejemplo.
Su obra internacionalista fue y es de las más grandes que el mundo haya conocido. Concibió la formación de miles de médicos para que fueran voluntariamente a salvar vidas a los países más pobres de cualquier continente. Y les enseñó que lo más importante era la vida de un niño, de una mujer, hombre, anciano, en cualquier lugar, aunque fuese el más intrincado dentro de la geografía de cada país.
Hoy, cuando nuevas batallas se libran y un personaje que se propone el regreso a la época de la dictadura en Brasil ofende y denigra a los miles de médicos cubanos que han salvado millones de personas y que cubren la mayor parte de los municipios a donde nunca fue un médico brasileño, el pensamiento de Fidel, la dignidad del líder, nos alienta en esta batalla y nos conduce a nuevas victorias.
Por eso a la pregunta ¿Dónde está Fidel?, que encabeza este comentario la respuesta la tiene todo el pueblo, que se siente parte de él y que es garante de la gigantesca obra que encabezó y sigue conduciendo. Fidel somos todos.
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