José Martí y su estadía en la finca “El Abra”
12 de octubre de 2018
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Tras haberse logrado por parte de sus familiares que saliera del presidio el joven José Martí llegó a la finca “El Abra”, en la entonces Isla de Pinos, el 13 de octubre de 1870 con el objetivo de tratar de reponerse de las lesiones que le había ocasionado tener que realizar trabajo forzado durante varios meses en las canteras de San Lázaro.
Cuando tenía 17 años, en abril de 1870, Martí fue condenado a presidio y la realización de trabajo forzado por sus convicciones patrióticas.
Unos meses antes en un registro que integrantes del denominado Cuerpo de Voluntarios realizaron en la casa de Fermín Valdés Domínguez habían encontrado una carta en la que éste y Martí enjuiciaban a un joven que había sido condiscípulo de ellos que tomó la decisión de enrolarse en esa fuerza militar al servicio de las autoridades españolas en Cuba.
En el mes de octubre de 1869 primero Valdés Domínguez y otros que se hallaban en su casa cuando se produjo el registro y varios días después Martí resultaron detenidos y fueron sometidos a un proceso judicial.
La vehemencia con que el joven Martí asumió en el juicio la responsabilidad plena en el hecho que se les imputaba hizo que fuera condenado más severamente.
Con entereza tras emitirse el fallo y ante la inminencia de su traslado hacia la cárcel de La Habana, él incluso llegó a patentizar en una parte de un breve poema que escribió:
“Voy a una casa inmensa en que me han dicho
Que es la vida expirar,
La patria allí me lleva. Por la patria,
Morir es gozar más.”
Durante su etapa de presidiario Martí mantuvo una gran entereza y esto lo reflejó también en las dedicatorias que puso a retratos suyos enviados desde la prisión a Fermín Valdés Domínguez y a su querida madre Leonor Pérez Cabrera.
El 9 de junio de 1870 le señaló a Valdés Domínguez:
“Si en un retrato el corazón se envía,
Toma mi corazón, y cuando llores
Lágrimas de dolor, con ellas moja
La copia fiel de tu doliente amigo”
El 28 de agosto de ese mismo año le escribió a su madre en la foto que le enviara, donde aparecía con el traje de presidiario y el grillete:
“Mírame, madre, y por tu amor no llores;
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas
Piensa que nacen entre espinas flores.”
En igual fecha Martí le envió otro retrato suyo a Fermín Valdés Domínguez, con la siguiente dedicatoria:
“Hermano de dolor, no mires nunca
En mí al esclavo que cobarde llora;
Ve la imagen robusta de mi alma
Y la página bella de mi historia”
Durante más de seis meses Martí se vio obligado a arrastrar las cadenas y el grillete, hasta que se logró que fuera sacado del presidio mediante las gestiones realizadas por el catalán José María Sardá y Gironella, quién era miembro del cuerpo de ingenieros del ejército colonial español y Maestro de obras y arrendatario de la cantera “La Criolla” donde trabajaban los presos políticos.
Las autoridades españolas accedieron a concederle el indulto a José Martí atendiendo a su deteriorada salud y ante la solicitud hecha por Sardá, quién era amigo del padre del joven prisionero.
El 5 de septiembre de 1870 se le conmutó la pena de seis años de presidio y trabajo forzado por la de destierro a Isla de Pinos.
Fue entonces que Martí se trasladó el 13 de octubre a la finca “El Abra”, propiedad de Sardá.
“El Abra” está situada en la carretera Siguanea a menos de dos kilómetros al sur de Nueva Gerona, poblado cabecera del territorio, y cuenta con más de doce caballerías (160,8 hectáreas) de superficie.
Su nombre guarda relación con su ubicación, al hallarse en una especie de abertura en medio de dos de las lomas de la Sierra de Las Casas.
Sardá se había establecido en esta finca en 1868, y se estima que en ese año o a principios del siguiente fue construida la casa de dos plantas, con pocas y pequeñas ventanas.
Durante su estancia en la finca, el joven Martí ocupó la primera habitación del segundo cuerpo que formaba la residencia.
En la finca fue atendido por la esposa de Sardá, la cubana Trinidad Valdés Amador.
Él además de dedicar muchas horas a la lectura, también comenzó a redactar en ese lugar las tétricas vivencias de su etapa de presidiario.
En “El Abra” Martí estuvo hasta el 18 de diciembre de 1870, fecha en que retornó a La Habana, ya que por otras gestiones de sus familiares había sido autorizado para trasladarse hacia la península ibérica en calidad de deportado.
En el año 1926 la finca “El Abra” fue casi destruida como consecuencia de un huracán que afectó el territorio cubano.
A pesar del valor histórico del lugar ni en ese ni en sucesivos años los gobernantes cubanos de esa época se preocuparon por rescatar la finca del estado ruinoso en que se hallaba.
En el año 1943 visitó Isla de Pinos el jurista Waldo Medina y tras apreciar la situación que presentaba la edificación se empeñó en propiciar su reconstrucción.
Fue así como el 28 de enero de 1944, la habitación que ocupara José Martí en la finca quedó inaugurado un Museo Martiano.
Varios lustros después, tras haberse producido el triunfo de la Revolución Cubana, Fidel visitó la finca “El Abra” y se interesó por ampliar el museo.
Tras un proceso de reconstrucción y remodelación la finca “El Abra” en forma intergral se convirtió en un museo que entró en funcionamiento en el año 1964.
Allí se preservan y exhiben objetos, documentos y otras piezas testimoniales de la estancia de José Martí en Isla de Pinos, actualmente identificada como Isla de la Juventud.
En primer lugar sobresale la habitación que ocupó durante su estadía en el lugar y en los fondos del Museo se conservan piezas relacionadas con ese momento de su vida así como objetos personales, muebles y parte del ajuar doméstico que usara mientras estuvo en El Abra.
Hacia el centro de la habitación se halla la austera cama de bronce y el armario que utilizara y una pequeña lámpara de noche.
En el museo también se hallan un libro autobiografíado por Fermín Valdés Domínguez, la réplica del grillete que llevara Martí en las Canteras de San Lázaro y el crucifijo que él le regaló a la esposa de Sardá.
Además, se exhiben documentos y objetos relacionados con la familia Sardá y con otros aspectos de la Historia de Cuba.
A la finca museo “El Abra” por su significación histórica se le otorgó en 1978 la condición de Monumento Nacional.
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