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Para frenar el retroceso

12 de septiembre de 2018

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Este martes fue confirmada la elección de Fernando Haddad como sustituto de Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado ilegalmente, como candidato a la presidencia de Brasil en las elecciones de octubre próximo, algo que mantuvo en ascuas a partidarios de la vuelta a la democracia, debido a que el hasta ahora compañero de fórmula de Lula también fue amenazado de ser inhabilitado, al serle fabricado un proceso por corrupción.

Todo esto se hizo a última hora, al comprobarse que Haddad tiene amplias posibilidades de obtener una alta votación en los próximos comicios, rechazando augurios de la mediatizada prensa derechista acerca de que era incapaz de tener igual simpatías que el ex presidente.

Pero lo todavía más difícil de tragar para la reacción que controla mayoritariamente el poder, es que la compañera de fórmula de Haddad es Manuela d’Ávila, quien había renunciado a ser candidata a la presidencia por el Partido Comunista de Brasil. Ahora ambos integran la coalición Por un Pueblo Feliz.

La cuestión es que el Comandante del Ejército, Vilas Boas, revivió la época de la dictadura, al proclamar abiertamente primero que las fuerzas armadas no dejarían que Lula asumiera la presidencia, aunque ganase las elecciones; luego, subrayar que estaría en contra de cualquier fórmula “antidemocrática”, y después, bajo el pretexto de un supuesto complot para asesinar al ultrarreaccionario candidato Jair Messias Bolsonaro, reunió a los 16 generales de cuatro estrellas integrantes del Consejo Militar para exponer que si mataban a su preferido, el país podría ser destruido.

El nombre de la coalición que apoya a Bolsonaro lleva el nombre de Brasil y Dios por encima de todo, pero nada más falso por lo que sustenta, como apunta el colega Cubasi.

En una entrevista televisiva, al referirse a la dictadura, dijo: “¡Que época maravillosa! Usted podía salir a la calle con seguridad. La familia era respetada”. En otra ocasión aseguró que el “único error” de la dictadura “fue torturar y no matar”.

Durante el impeachment (juicio político) que materializó el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff, Bolsonaro voto a favor de la destitución y dedicó su voto el coronel Alberto Brilhante Ustra, jefe del grupo que secuestró y torturó a Rousseff durante la dictadura.

Al ser confrontado por la diputada del PT María del Rosario sobre la violación sexual a los presos políticos durante la dictadura, Bolsonaro respondió que él no la violaría a ella, porque “no vale la pena”.

También ha dicho que “los negros no sirven ni para procrear”; justificó que las mujeres ganen menos por el mismo trabajo, porque “se embarazan y pasan seis meses de vacaciones”; ha tenido numerosos comentarios homofóbicos, entre ellos ha dicho que se puede evitar tener un hijo homosexual, si se lo corrige a golpes; sostiene que los indígenas no tiene derechos sobre las tierras donde viven; milita a favor de la pena de muerte, y ha planteado que los analfabetos no deberían votar.

Este nefasto personaje, que parece una caricatura de mal gusto, ha sido elegido diputado en siete oportunidades (desde 1991). En las anteriores elecciones se convirtió en uno de los legisladores más votados, y se consolida en el segundo lugar para las elecciones presidenciales de octubre de 2018.

Como se puede apreciar, el candidato de la reacción y el neoliberalismo, apañado por la oligarquía local y el imperialismo, es la continuación de todos los males que le está pasando al pueblo brasileño en los últimos tiempos, que comprenden el golpe de Estado contra Dilma Rousseff, el gobierno de facto de Michel Temer, el aumento de la represión social, la intervención militar de Rio de Janeiro, el encarcelamiento de Lula, el asesinato de la concejal Marielle Franco (y de otros dirigentes políticos),la agresión armada contra la caravana del líder del PT, y la intensificación de atentados contra otros candidatos de la agrupación en diversas instancias.

Ahora, con esta fórmula presidencial, sin Lula, el pueblo –siempre que se mantenga firme, sin miedo, exigiendo el limpio conteo de los votos– tiene la posibilidad de evitar que siga el retroceso de la democracia en Brasil.

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