Nisia Agüero: el arte tiene que, obligatoriamente, estar presente
31 de agosto de 2018
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No podía tener mejor invitada el último “Encuentro con…” de la temporada veraniega del 2018, diálogos que se establecieron como parte de las actividades de la Feria Arte en la Rampa y que siempre son promovidos por la Asociación Hermanos Saíz para conectar a la joven generación con representantes de la vanguardia artística cubana.
Fue Nisia Agüero la protagonista de este espacio, conducido por la periodista Magda Resik Aguirre. Fueron muchas – y muy merecidas – las frases con que fue presentada: gran mujer cubana; ser humano que ha pasado por el mundo y ha dejado una estela de admiración y amor; su entrega permanente; eligió siempre la consagración a un arte con vocación social; símbolo del arte y la literatura comprometida con la Isla; persona con una eficaz gracia para la comunicación, entre tantas otras.
Otra de las tantas cualidades de Nisia fue resaltada, y no menos importante: su elegancia y belleza, algo que la caracterizó desde muy niña. Más que respuestas, el “Encuentro con…” fue momento oportuno para rememorar anécdotas que marcaron su vida y para reconocer la impronta que ha dejado esta incansable promotora cultural. Así lo manifestaron varios invitados casi al final de la tarde. Todos coincidían: Nisia nació para defender el buen arte y para incentivarlo en el pueblo.
Pero la conversación comenzó por la niñez. “Yo estudie piano, declamación, ballet con Alberto Alonso, y no me dediqué a ninguna de estas manifestaciones, pero sí me permitió apropiarme de las herramientas para disfrutarlas. Todo eso me ayudó para, más tarde, entender la naturaleza del arte”.
Ejemplo de constante superación – como bien expresara Resik –, Nisia eligió la carrera de Servicio Social, gracias a una vocación bien encaminada. Hasta que algo estremecedor marcó la vida de esta mujer: el triunfo de la Revolución, en 1959. Precisamente, este hecho abrió una puerta para esa vocación.
Agüero recordó el momento en que enviada al Oriente del país, como representante máxima del Ministerio de Bienestar Social. Ahí comenzó todo y estuvo entregada a tal labor durante 3 años: “Esto me permitió formarme como revolucionaria. Me sentí distinta como mujer, capaz de enfrentar las tareas más difíciles”. Y en esa época fue que también se casó con quien fue y es el gran amor de su vida: el Doctor Mario Escalona.
Ese fue el punto de partida donde comenzó a descubrir – y también afianzar – que el trabajo social no está deslindado de la cultura; que los artistas forman parte del pueblo, y que de él nacen también buenos creadores.
En tiempos de grandes prejuicios, donde la mujer no era admitida en ciertas esferas del trabajo, desarrolló su trabajoNisia Agüero, luchando contra esa resistencia que ofrecían algunos. Pero para ella – y así lo confesó – esa labor y esa fuerza la realizaba inconscientemente. “Aunque a veces me sentí discriminada sobre todo por el color, yo siempre fui muy liberal”, sentenció.
Y una vez más, la cultura sale a flote en el diálogo. Idea expresada por Magda Resik: “Para Nisia, el arte es esencial para la transformación del ser humano”. Sentencia ratificada por Agüero: “La cultura tiene un poder extraordinario pues sirve para mejorar a las personas que tratan de hacer arte con sus potencialidades. En la vida social, el arte tiene que obligatoriamente estar presente”.
Asimismo, fue recordado su paso decisivo por el Fondo Cubano de Bienes Culturales, sus años como directora del Teatro Nacional de Cuba y del Mella, y tantas otras responsabilidades que desempeñó sobre todo con entrega y compromiso. Es por eso que fue llamada apasionada del arte cubano. ¿Por qué?
“El arte cubano está sustentado en nuestras raíces: española y negra, con todas sus influencias. Eso ha permitido que nuestros artistas hayan creado esa obra maravillosa. Tenemos un arte realmente cubano, ya sea en la canción, en la pintura, en el baile… (…) Lo cubano no tiene que ver con lo chabacano ni con la vulgaridad. La educación debe partir de la familia y de la escuela. Y eso es válido para la educación artística también”.
Palabras finales para dos realidades y, al mismo tiempo, símbolos. El primero, la Patria: “Cuba es linda, tiene una belleza incomparable. Es amorosa por el calor humano de su gente”.
El segundo, Fidel: “Lo conocí cuando tenía 13 años. Lo admiré mucho desde entonces. Él nos dio todas las posibilidades a los cubanos para hacer esto que somos hoy y nos dio la posibilidad de unirnos, de querernos como cubanos”.
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