Una mujer y revolucionaria excepcional
24 de agosto de 2018
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Era jueves 23 de agosto, día en que las mujeres cubanas celebran el aniversario de su organización. La invitada al espacio habitual Encuentro con…del Pabellón Cuba no podría ser otra que una mujer excepcional, investigadora y revolucionaria.
Así fue como, gracias a las preguntas precisas formuladas por la periodista Magda Resik Aguirre, el público asistente al Salón de Mayo pudo descubrir a la Dra. María del Carmen Ariet, Coordinadora científica del Centro de Estudios Che Guevara.
“Mi invitada de hoy no es de aquellos que gustan de aparecer en las pantallas, de sentirse absolutamente mediáticos. Es una persona que tiene una carrera profesional de gran valor, con grandes aportes a la vida cubana (…) En mi opinión, es de aquellos seres que sus méritos se engrandecen cuando sus aportaciones son tan valiosas, pero no quieren brillar por sí mismos si no que quieren que brille la obra de otros”, comentó Resik sobre Ariet al iniciar el encuentro.
El diálogo necesariamente comenzó a indagar sobre su formación personal y profesional. “Creo que es importante destacar la importancia de la tranquilidad de un hogar donde se consolidó una familia que permitió que nos desarrolláramos, mi hermano y yo, de esta manera. Cuando triunfó la Revolución yo tenía nueve años, y esto es importante tenerlo en cuenta porque en realidad si algo debo aclarar siempre y agradecer, es que toda mi formación fundamental obedece a la presencia viva de la Revolución Cubana”, relató la entrevistada.
Al entrar a la Universidad, con apenas 16 años, “me di cuenta de que no eran precisamente la Filología y las Letras puras las que me interesaban (cuando aquello no existía la Sociología) –apuntó– y me bifurqué por otros caminos en los que encontré a Fernando Martínez Heredia, quien fue mi profesor de Filosofía en la escuela de Letras, y luego amigo”.
Dos años después, a los 18, siendo aún estudiante, comenzó a trabajar en el Instituto Cubano del Libro y en el Departamento de Filosofía. “Si algo debo a mi formación teórica y metodológica es realmente a ese momento, donde fui entendiendo mis preocupaciones sociológicas para comprender la obra de la Revolución, y qué era lo que yo quería buscar de respuestas –que me tenía que dar a mí misma– para entender ese proceso y poder ser útil”.
Así fue como a los 20 años pasó a ser docente de la asignatura de Historia de la Filosofía en la Universidad de La Habana, de la cual años después se graduó como Socióloga, en 1974.
En este campo investigativo, a pesar de los fundamentos teóricos de la Sociología Burguesa aprendidos en la época, han sido muchos los aportes que ha hecho Ariet a dicha ciencia que se aplica hoy en Cuba, y que responde a los intereses del proceso revolucionario cubano.
Sobre las diferencias entre ambas directrices sociológicas, la experta aseguró que “la Sociología cubana –que en cierto modo es decir también latinoamericana– se centra en un elemento vital que es el hombre. Ese hombre del cual el Che habló en El socialismo y el hombre en Cuba, pero que Fidel durante todos estos años permanentemente insistía en que la obra fundamental de la Revolución fue la formación del hombre. Creo que es una deuda que tenemos todos de reconocimiento, y de satisfacción, por entender lo que se ha hecho en la construcción de ese hombre que ha hecho esta obra, porque a veces como estamos inmersos en ella no nos damos cuenta de lo mucho que han significado 60 años de Revolución. Y la Sociología en Cuba, la importancia que ha tenido, es porque se ha centrado, junto con los planes de educación, en concebir cómo hacer que ese hombre tenga una conciencia plena, para entender en qué momento está viviendo, cuáles son sus deberes, cuál es su ética”.
La también miembro titular de la Academia de Ciencias de Cuba se refirió a la importancia de contar la historia revelando sus esencias y verdades y de ver a cualquier ciencia social de forma multidisciplinar. “Muchas veces en nuestras aulas se pierde de vista esto y hacemos de la explicación un esquema, y no quiere decir que los esquemas no sean útiles, pero tienen que derivar lecciones más profundas. Cuando uno está en una universidad está formando al intelectual y al ingeniero de los que el país está necesitado, pero para que no vean el fenómeno con antifaz tienen que mirar agudamente todos los problemas. Para hacerlo, tienen que nutrirse de todas las cosas que generan inquietudes o nuevos descubrimientos. En estos momentos estamos faltos de eso”.
Igualmente, Ariet se refirió a la falta del hábito de lectura entre nuestros jóvenes a pesar de los avances tecnológicos, y consideró que “no se trata de renunciar a ese tipo de desarrollo tecnológico, de conocimientos, pero nos faltan muchas veces incentivar las vías para que actúe en ellos como un elemento motivador, para mover la sensibilidad histórica, y den las respuestas adecuadas ante los problemas que tenemos, para así buscar soluciones para todos, acorde a los principios de la sociedad socialista”.
No podía faltar en esta cita la interrogante de cuándo comenzó su admiración por el conocimiento de la figura del Che. “Yo creo en ese sentido que soy una mujer privilegiada” –aseguró. “Decidí abandonar la docencia en la Universidad y comenzar a investigar, hasta que no sé cómo me encontré con Aleida March. Hay que destacar que en mi generación la muerte del Che fue muy impactante. Era una figura que nos comprometía a todos, y por tanto, una atmósfera ideal para que un joven creciera espiritualmente; teníamos a Fidel, a la vanguardia completa. Y que de pronto Aleida invitara a una joven a que ordenara los papeles inéditos del Che que tenía en su casa, no sólo fue un compromiso sino una satisfacción. Era completar lo que había aprendido en el Departamento de Filosofía, el compromiso político que teníamos esa generación con el conocimiento y la obra de la Revolución. Creo que ha sido una de las vivencias más impresionantes que me pudo haber pasado (…) “Si me preguntan aun no he salido del asombro (…)”.
Su acercamiento y estudio constante sobre la vida del Che la llevaron a integrar el equipo de especialistas que protagonizó la búsqueda de los restos del combatiente en Bolivia. En este proceso de investigación, al cual dedicó seis años de su vida, muchas fueron las experiencias vividas, las cuales compartió con el público asistente a petición de Rafael González Muñoz, vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), también presente en la cita.
“Cuando llegué a la Higuera por primera vez me tuve que sentar, porque me faltaba el aire. Porque en mi brutalidad emotiva yo me decía ‘cómo es posible que el Che viniera a morir aquí’. Hasta que lo entendí (…) Fue muy impactante por muchísimas razones, porque además estábamos asediados. La investigación y la búsqueda no fue de una sola persona, nosotros formamos parte de un gran equipo (…) Cada uno hizo lo mejor que pudo y aquí se demostró el desarrollo científico-técnico de nuestros profesionales. Yo recuerdo que cuando se hizo el geo-radar, el geofísico que lo hizo estudió ahí mismo con el equipo cómo debía funcionar, porque nunca antes lo había hecho. Por lo tanto cada uno se esmeró en el papel que nos tocó hacer”.
Los años de experiencia e investigación hacen fácil para Ariet responder: ¿quién fue el Che? ¿cuál es la dimensión de ese hombre?¿por qué es tan clave para interpretar la historia cubana y latinoamericana? Ante estas interrogantes lanzadas por Resik Aguirre, la socióloga respondió:
“(…) Hay un tema que a veces se nos olvida, que es la ética del hombre. A veces por lo cotidiano y los problemas nos olvidamos que tenemos que trabajar la ética en el hombre para medir su comportamiento, su conducta, su concepción del deber y su desarrollo de la conciencia. Para el Che no existe un revolucionario si no tiene ética, es un requisito sine qua non dentro de su concepto, porque la conciencia es un criterio de Marx y que él lo asume como suyo dentro de ese razonamiento. La diferencia de un hombre de una sociedad capitalista y la nuestra es porque se supone que permanentemente estamos enseñando a ese hombre para que entienda qué le exige la sociedad; es lo que lo hace más consciente, más revolucionario y mejor individuo (…)”.
Ante los cambios latentes en la sociedad cubana, Resik Aguirre le cuestionó sobre cuál considera que sea el mayor reto respecto a la juventud cubana y qué podemos hacer para consolidar su amor y compromiso hacia Cuba.
“Pienso que tenemos que mejorar materialmente, nuestros jóvenes son como cualquier ser humano. Creo que es un problema que tenemos y por eso estamos discutiendo la Constitución. Creo que en el Período Especial se han perdido muchos valores, por eso hablé de la ética, porque la ética del niño, del joven, del adolescente, del hombre y de la mujer en general es importante tenerla en cuenta (…) Es necesario que todos valoremos nuestros pensamientos, nuestras inquietudes y nuestras necesidades, sino no se puede, porque no se puede perder de vista que estamos formando hombres para la nueva sociedad con principios, y si solo se piensa en lo material, se pierde lo espiritual –respondió Ariet”.
La pregunta final se imponía… ¿Qué es Cuba para María del Carmen Ariet?
Es la Patria, la que todos deberíamos querer y que todos deberíamos arreglar. Por eso hace falta tanto la sensibilidad porque tenemos un país muy hermoso con gente muy hermosa. Yo sigo defendiendo a los cubanos y a la juventud. Creo que son héroes muchos jóvenes nuestros. Y por lo tanto creo que esa es la Cuba que no debemos perder. Son 60 años de una obra común que nos enaltece (…) Somos cubanos que hemos defendido una obra que vale la pena reflexionar y que no debemos perder. Esa es la Patria para mí”.
Con estas emotivas palabras, culminó el “Encuentro con” María del Carmen Ariet, quien además fue homenajeada por Nereida López Labrada, Secretaria General del Sindicato de los Trabajadores de la Cultura, así como por la AHS y el Fondo de Bienes Culturales.
La sensibilidad de un público que prefirió entre tantas opciones veraniegas asistir a este encuentro para escuchar, de voz de una investigadora abnegada, la historia, pensamiento y legado de Ernesto Che Guevara, ese gran hombre revolucionario que tanto aportó a la Revolución cubana que mantenemos hoy, consolidó nuevamente a este espacio como una oportunidad de diálogo para adentrarnos en la vida y obra de personalidades del mundo de la cultura cubana.
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