Casa de la Calle Obrapía No.111 entre Oficios y Mercaderes

16 de julio de 2018

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Zenaida Iglesias Sánchez

Antigua Casa de don Mariano Carbó
Hoy: Casa Museo Oswaldo Guayasamín

 

 

La vetusta casa de la calle Obrapía 111 quedó bellamente restaurada en 1991 para acoger una función cultural. Gracias al empeño del artista ecuatoriano Oswaldo Guayasamín y de los especialistas y técnicos de la Oficina del Historiador, en quienes recayó el proyecto concebido por el arquitecto Jaime Rodríguez, se convirtió en sede de la Casa Museo Oswaldo Guayasamín, entrañable amigo de Cuba. En la inauguración, junto al pintor, estuvo nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro. Guayasamín ya no está entre nosotros, pero su obra prevalece en este recinto; en las galerías del inmueble se exhiben de manera permanente y la casa sirve de marco a variadas muestras de artistas de la plástica contemporáneos, nacionales y extranjeros.

 

 

La parcela de terreno que ocupa la actual edificación, estaba ocupada desde el siglo XVII. En sus inicios era una modesta construcción de planta baja, que al pasar de los años se fue transformando hasta que se reconstruyó, ganado altura y prestancia. Se utilizó como vivienda, destinándose la planta baja como almacén, con alguna que otra accesoria comercial, algo común en las edificaciones de la zona más antigua de la ciudad.

 

 

A mediados del siglo XVIII perteneció a las hermanas Gertrudis y María Luisa Alberro, quienes la heredaron de sus padres. En 1792 la compró el Teniente de Navío de la Real Armada don José María Chacón, ya estaba reedificada de altos y bajos, combinando la cubierta plana con la de tejas. En esta centuria se destacó por las pinturas murales que decoraron sus paredes, lo que se conoce por una tasación realizada por José Nicolás de la Escalera, uno de nuestros primeros pintores. Estas primeras pinturas fueron sustituidas en el siglo XIX por otras a modo de cenefas de las que quedaron testimonio y se consideran un rasgo distintivo en la edificación.

 

 

El comerciante don Mariano Carbó la adquirió en 1796 y aquí residió hasta 1832; para la fecha el inmueble había recibido importantes transformaciones constructivas, las más significativas en los techos, la fachada y portada principal; se le añadió una torre mirador y cambió la distribución espacial, adquiriendo apariencia similar con la que llegó a nuestros días. Posteriormente fue vendida a la marquesa de Santa Alalla y cambió indistintamente de propietarios.

 

 

Durante el pasado siglo XX fue objeto de nuevas transformaciones. En 1908 se cambió la cubierta y se decoró la fachada. En 1911 se ubicaron dos columnas de hierro fundido en el interior, con frente al patio, para acoger algún espacio destinado a comercio. Con el paso de los años se fue subdividiendo y alojó diferentes funciones hasta quedar convertida en casa de vecindad, hasta la década del ’90 que fue primero desocupada y luego rehabilitada para el desempeño de la nueva función.