Casa de San Ignacio No. 62: nuevos cambios en el siglo XX
6 de junio de 2018
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Francisco Ramón Enrique y Lapasa Martiartu propietario de la casa llegado el siglo XX, la vendió en 1901 al destacado empresario y banquero Luis Suárez Galbán, por 7 300 pesos oro americano. Consta que en 1902 radicaba allí el periódico Cuba Artística, dirigido por Ramón Chapaes.
Sería en este siglo la otra gran transformación del edificio, pues en mayo de 1909 Luis Suárez Galbán solicitó licencia a la Alcaldía Municipal para reconstruirlo de mampostería, columnas de hierro y azotea, siendo esta imagen la que llegó al presente. Su fachada, de cantería, respondía a los códigos del eclecticismo, muy en boga por esos años; de ahí la presencia de pilastras adosadas separando los cinco vanos cerrados con persianería francesa y lucetas, las claves resaltadas y la cornisa clásica. Destaca su pretil compacto, con remate de copas y cimbrado en su centro, a manera de nicho, para hacerle lugar a la histórica lápida de la Zanja Real.
Al interior la casa quedó compuesta por un salón de planta baja con tres naves, cuya forma se asemejaba a una doble F, con un lucernario para la ventilación y la iluminación, y un patio estrecho a la derecha, distribución adecuada para el uso de almacén a que fue destinada. Al fondo poseía un cuerpo alto de mampostería y azotea, compuesto de dos departamentos, uno a la derecha y otro a la izquierda, divididos por una habitación situada al frente de la escalera que daba acceso a dichos altos. Medía 710m² y lindaba por la izquierda con San Ignacio No. 16, por la derecha con la No. 24 de la propia calle y por la espalda con Cuba No. 23. Estaba valorada en 18 000 pesos oro americano. Las obras concluyeron pocos meses después, y la edificación fue declarada habitable el 17 de noviembre de 1909.
En esta época Suárez Galbán había adquirido y reconstruido varias edificaciones en el entorno, destacándose entre ellas San Ignacio Nos. 102-104-106-108 entre O´Reilly y Obispo, que se utilizaba para oficinas y fue identificado por mucho tiempo como Edificio Galbán Lobo, por estar ocupado desde 1916 por Galbán Lobo y Compañía, sociedad fundada por Luis Suárez Galbán y Heriberto Lobo. Estas fueron unas de las últimas grandes inversiones emprendidas por Luis Suárez Galbán, quien para la fecha era uno de los hombres de negocios más importantes del país y un canario muy querido por sus paisanos.
Además de propietarios de San Ignacio No. 62, Galbán y Compañía utilizaba la edificación para sí, como depósito de víveres. Precisamente por estos años la empresa se anunciaba en los directorios comerciales como: Agente de Compañías de Seguros, Consignataria de Buques, Importadora y Almacenista de víveres y Exportadora de azúcar y tasajería. En 1913 falleció la esposa de Luis Suárez Galbán, la señora Elisa Hernández y Ramírez. En las operaciones de división de los bienes quedados a su muerte, se adjudicaron esta casa, por partes iguales, los cinco hijos del matrimonio: Luis, Elisa, Josefa, Leandro y Julio Suárez y Hernández. Finalmente Leandro y Julio adquirieron las partes de sus hermanos desde 1916 y se mantuvieron como dueños de la edificación hasta 1944, cuando la vendieron al comerciante José Antonio Ortega y Fernández por 19 000 pesos moneda oficial.
En cuanto a su uso, el Directorio de Cuba del año 1927, por ejemplo, recoge que la edificación seguía utilizándose como depósito, ahora de Galbán Lobo y Compañía.
En la década de 1930, con las labores de restauración de la Plaza de la Catedral llevadas a cabo por la firma Govantes y Cabarrocas, se retiró la lápida de la fachada de San Ignacio No. 22 y se trasladó hacia la antigua Casa de Baños, en la esquina de la calle San Ignacio y el Callejón del Chorro.
En la década de 1950 radicó aquí el almacén de Riera, Toro y Van Twistern, S.A., una compañía importadora de maquinarias, poleas y transmisiones, cultivadoras mecánicas, motores de gasolina, mezcladoras de concreto, plantas eléctricas y plantas eléctricas portátiles.
A principios de los años de 1960, luego de la nacionalización del antiguo negocio, el inmueble se utilizaba como almacén y tienda de efectos de escritorio. A mediados de esa misma década la edificación se usó como almacén de la Empresa de Artes Gráficas, destino que mantuvo hasta los años de 1980. Las habitaciones de planta alta se convirtieron en una vivienda unifamiliar, función que conserva actualmente.
En 1986 se decidió el traslado del Taller Experimental de Gráfica de La Habana, de la antigua casa del Marqués de Arcos hacia el antiguo almacén que cerraba el Callejón del Chorro, por lo que el inmueble fue restaurado para ese fin. Por la limpieza de su distribución espacial, el nuevo local permitió utilizar simultáneamente más de diez prensas y crear una galería propia para exhibir su producción y un espacio histórico, conocido como Gabinete de Estampas, donde se conservan desde las primeras litografías hasta las más recientes. Las obras, dirigidas por la Oficina del Historiador, concluyeron en 1988. Desde entonces es la sede de esta importante institución cultural.
En concordancia con sus valores históricos, arquitectónicos y ambientales, esta edificación ostenta Grado de Protección II.
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