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Razones para preocuparse

1 de junio de 2018

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Se acerca la temporada ciclónica y muchos están preocupados en la zona del Caribe, pero en especial los puertorriqueños, quienes aún siguen sufriendo las consecuencias del huracán María, que azotó de forma despiadada a la hermana Isla en 2017.
Ocho meses después de sufrirlo, miles de personas viven aún en condiciones infrahumanas ante la ausencia de ayuda oficial, a pesar de formar parte, obligada, de una de las naciones más ricas del planeta.
Los datos que se manejaron días después del desastre hablaba de decenas de muertos, incluso hasta centenares las víctimas mortales, pero un reciente estudio de una prestigiosa universidad estadounidense calcula que la cifra ya supera las 4 mil personas fallecidas.
Los autores del estudio tienen en cuenta a cerca de 2 mil personas que murieron a consecuencia del retraso en la atención médica o por no contar los hospitales con la energía eléctrica necesaria para la atención de enfermedades crónicas.
Y es que la mayor cantidad de muertes se produjeron durante los tres meses que siguieron al huracán, según el nuevo estudio a cargo de un grupo de investigadores independientes de la Escuela de Salud Pública T-H- Chan, de la Universidad de Harvard y otras instituciones.
Lo más preocupante es que aún puede crecer el número de víctimas y se reitera lo planteado por organizaciones e instituciones boricuas, que consideraron siempre que la cifra oficial de muertos dada por el gobierno, de solo 54 personas, no respondía a la realidad de un país devastado por los fuertes vientos, la lluvia y las inundaciones.
En esta nueva investigación se descubrió que muchas personas habían sido desplazadas de sus hogares y pasaron meses sin servicios básicos, en especial en áreas de difícil acceso. Muestra terrible de lo acontecido fue que en Culebra, una pequeña isla cercana, sólo sobrevivió una persona de los 35 hogares que allí existían.
Testigo excepcional de tal situación es Domingo J. Marqués, profesor asociado de Psicología en la Universidad Albizu, de San Juan, quien ayudó a los investigadores y reconoció que “la casa sobreviviente contaba con un baño y la mitad de una habitación. El resto de los inmuebles había desaparecido”.
Pero además de esta tragedia está la cotidiana de miles de habitantes, quienes viven sin energía eléctrica, sin agua corriente y esperando la ayuda prometida.
Se acerca la temporada ciclónica pero otros “fuertes vientos” estremecen los hogares boricuas. Son las nuevas medidas de austeridad anunciadas por el gobierno colonial.
Como era de esperar, la población protestó de inmediato contra el cierre de escuelas y los recortes a las pensiones y otros beneficios, pero fueron reprimidos por la policía. Nada, que Puerto Rico sigue siendo una colonia, y nada más.

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