Unidad necesaria contra la derecha
29 de mayo de 2018
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La clasificación del líder izquierdista Gustavo Petro para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia es un alentador paso de aquellos que quieren el bien del país, pero que sólo se podrá concretar si los otros dos candidatos progresistas no clasificados, el socialdemócrata Sergio Fajardo y el liberal Humberto de la Calle, gestor oficial del Acuerdo de Paz con las FARC -unen sus fuerzas con las del ex alcalde de Bogotá, quien también fue guerrillero hace casi tres décadas.
Las elecciones de este domingo fueron matizadas con más de mil cien denuncias de compras de votos y otras ilegalidades, todas realizadas por los candidatos de la derecha, el uribista Iván Duque, de Centro Democrático, quien obtuvo la mayor cantidad de votos, y el conservador Germán Vargas Lleras, uno de los principales latifundistas del país.
Hay pruebas de que los elementos compravotos de Duque daban cien mil pesos colombianos a cada uno de los que votaran por su jefe; así como denuncias de que el apadrinado de Uribe no pagó a choferes que trasladaron a ciudadanos tarifados para que les facilitara su voto.
Aunque la gran prensa se especializó en la propaganda del silencio sobre estos hechos, trascendió que elementos armados que se desplazaban en automóviles se dedicaron a amenazar a ciudadanos de varios municipios para que no votaran por Petro, quien con anterioridad había salido objeto de un fallido atentado.
Pese a todo, Petro, repito, logró ir a segunda vuelta, seguido muy de cerca por Fajardo, ocupante del tercer escalón. De la Calle obtuvo el quinto puesto, tras Vargas Lleras.
Pero si se lograra unir a estos tres factores, y creo que Petro y De la Calle lo harán -faltando el indispensable Fajardo-, a la derecha no le quedaría más remedio que recurrir a un enorme fraude para no perder el poder, porque Santos no es, por supuesto, de izquierda.
Tan es así que horas antes de comenzar la primera vuelta, el mandatario informó de la incorporación de la nación suramericana a la agresiva Organización del Tratado del Atlántico Norte y a la Organización Económica de Desarrollo, afianzando a la nación en el eje bélico bajo la tutela de Estados Unidos, y entregando a un país con graves problemas socioeconómicos en los brazos de una entidad formada por naciones desarrolladas, condición que no tiene Colombia.
Algunos analistas de buena fe opinan, creo que erróneamente, que aunque Petro no llegue a la Presidencia ahora, si lo hará en las elecciones del 2022. Pero nada hay seguro en una nación como Colombia, extremadamente problemática, con cada vez mayor entrega al Imperio, agresividad contra la bolivariana Venezuela, con una enorme entrega de tierras al latifundismo y una política zigzagueante respecto al narcotráfico.
De todas maneras, quien salga electo el 17 del venidero junio, fecha de la segunda vuelta, le tocará lidiar con un país extremadamente corrupto, tercero en desigualdad y pobreza, detrás de México y Brasil; muy apartado de los procesos de integración y más estrechamente ligado a los intereses de Estados Unidos, quien maneja a su antojo siete bases militares allí, bajo el falso pretexto de combatir el narcotráfico.
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