Examen aprobado
15 de mayo de 2018
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Cuba se somete al Examen Periódico Universal sobre Derechos Humanos este 16 de septiembre. Es la tercera vez y, como en las dos anteriores, se sabe un examen aprobado —con calificaciones de excelencia — cuyo aval principal es la obra de la Revolución.
Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición.
Así se define, en documentos y legislaciones, lo que son o en el mejor de los casos, debieran ser los llevados y traídos derechos humanos.
Tal nombre y apellido ha sido montado y desmontado en el mundo mediático occidental, como una verdadera tabla de medidas siempre para castigar a otros y defender a los poderosos.
Aunque luego lo parezca, no se trata de la bolsa de valores de Nueva York ni de los indicadores mundiales sobre la cotización del dólar como patrón universal de divisa.
Es una balanza que se inclina, según convenga, pero siempre contraria a la realidad de los países más pobres y a favor de los patrones impuestos por la sociedad occidental.
Si un policía mata a una persona por ser negro, en Estados Unidos, eso no es violación de los derechos humanos. Si Washington lanza bombas contra Siria y mata niños, mujeres y ancianos, ¡nada que ver con los derechos humanos! Si se tortura en la cárcel instalada por el Pentágono en la ilegal base de Guantánamo, eso no cuenta en esta temática.
Tampoco cuenta en esta evaluación que el país más rico del mundo tenga varias decenas de millones de sus ciudadanos pasando hambre o miles de ellos viviendo bajo los puentes.
Violación de derechos humanos —en ese patrón— es que Cuba, con su programa de salud solidaria, haya salvado la vida a millones de seres humanos en más de 160 países donde sus médicos han colaborado.
También Washington, en nombre de su horma de derechos humanos, cuestiona al gobierno de la Isla por haber creado un programa de alfabetización —“Yo si puedo”— que ha enseñado a leer y escribir a más de 10 millones de seres humanos en decenas de naciones. O ser el primer país de planeta en haber dado una rápida respuesta ante el llamado urgente de ayuda para combatir el Ébola, adonde se enviaron 262 médicos y enfermeros especializados en la atención de emergencias sanitarias que trabajaron ininterrumpidamente en Sierra Leona, Guinea y Liberia durante casi siete meses, hasta que lograron finalmente el control de la epidemia.
Cuba tiene evaluación de sobresaliente en esta materia, además, por haberse convertido desde 2015 en el primer país del mundo que recibe la validación de la eliminación de la transmisión materno-infantil del VIH y la sífilis congénita.
Los niños cubanos y sus familiares saben de la obra de la Revolución en materia de salud y el indicador de haber logrado en 2017 los índices más bajos de mortalidad infantil de su historia, al lograr reducir la tasa a 4.040 por mil nacidos vivos, así lo avala. Es una cifra que nos ubica a nivel de naciones desarrolladas de Europa y por encima de Estados Unidos, que tiene una tasa de 6 por cada mil nacidos vivos.
Estos avales que tiene Cuba también son reconocidos por la gran mayoría de los países del mundo que, en número de 160 reeligieron a nuestro estado como miembro pleno en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para el bienio 2917—2019.
Otros muchos ejemplos se pueden poner sobre cómo, desde el mismo año 1959 cuando triunfó la Revolución, los derechos humanos han sido una prioridad para el país y su gobierno.
Si alguien lo duda, que pregunte, en primer lugar a nuestros niños, ancianos, mujeres, trabajadores, campesinos y, también en primer lugar a los millones de seres humanos de los países más pobres del mundo con quienes compartimos, no lo que nos sobra, sino todo lo que tenemos, en primer lugar nuestra solidaridad.
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