Primera interpretación en Cuba del Concierto para oboe y orquesta, de Ricardo Strauss
29 de marzo de 2013
Un 18 de mayo, el de 1975, se interpretaba por primera vez en nuestro país el Concierto para oboe y orquesta, de Ricardo Strauss, y que fuera escrito por el compositor alemán en Suiza, en 1945. El Concierto ejemplifica la tendencia final de la trayectoria artística del compositor, caracterizada por la simplificación, una mayor claridad de líneas y el gradual alejamiento del gigantismo, la densidad dramática y la complejidad orquestal que habían determinado su lenguaje anterior.
Y así, este Concierto se mueve en un ámbito y una atmósfera bien diferentes de los de aquellos grandes poemas sinfónicos como “Muerte y transfiguración”, “Así hablaba Zaratustra” o “Una vida de héroe”. En el Concierto para oboe, Strauss logró una admirable síntesis entre el estilo galante del siglo XVIII y la vertiente más lírica del emocionalismo romántico del XIX. Se trata de un Strauss jovial y sonriente, aunque sin la ironía del Till Eulenspiegel.
Y aparte de ese espíritu ingenuo y feliz, hay otro elemento destacable en este Concierto para oboe, y es su extraordinaria fluidez. Toda la obra decursa como una superficie pulida por una mano maestra. Sólo el timbre sugestivo del oboe se destaca en esa superficie. Y esa fluidez del Concierto llega hasta su estructura externa, la cual presenta los tres movimientos en forma continua, es decir, sin fracturas entre ellos.
Y en la primera interpretación en nuestro país de este Concierto para oboe y orquesta, de Ricardo Strauss, intervinieron el oboísta Arnaldo Arencibia y la Orquesta Sinfónica Nacional, hace 33 años, UN DIA COMO HOY.